lunes, 15 de diciembre de 2014

Catálogo de caras (o señalar está muy feo)

Tenía ya el partido mala cara sin haber empezado. Tenía pinta de haber salido esa noche y no haber descansado lo suficiente. Tenía el rictus avinagrado y daba un poco igual que enfrente estuviera el Villareal, equipo que tradicionalmente trata al balón de manera obsequiosa, o un equipo en el que se juntan solteros y casados. Lo mismo es que la tarde, el día, el fin de semana e incluso el tiempo transcurrido desde que unos cuantos se citaron para matar o morir coincidiendo de casualidad con aquella mañana en la que visitaba el Calderón el Depor tenían también mala cara. Cara como de nausea. Cara de aquí hay algo que huele mal y no está uno seguro que sea lo que todo el mundo señala como causante del mal olor.

Además de las malas caras, también el señalar, como les decía en el párrafo anterior, se ha puesto muy de moda. Cualquier aficionado al fútbol se siente señalado en los últimos tiempos por opiniones en las que parece que solo por acudir a un estadio estamos ante una persona muy violenta. Si además de ello, uno lleva una bufanda del Atleti o una camiseta rojiblanca, lleve ésta o no publicidad de Azerbaijan, Land of Fire serigrafiada, hablamos entonces  de un asesino en serie que deja a Jack el Destripador o a Hannibal Lecter a la altura de Ned Flanders o Mary Poppins. A este lamentable y zafio atropello que sufre el aficionado rojiblanco de a pie en las últimas fechas, hay que sumar la torpe manera de gestionar cualquier asunto por la gerencia del club, como es costumbre por otra parte en todo lo que no sea poner el cazo. Uno ya no sabe si la culpa es de todos, de solo algunos, de los que cantan o de los que callan. Uno no sabe si se va a expulsar a los pocos violentos que se camuflan en la masa o simplemente no se les va a dejar exhibir su parafernalia. Uno no sabe si van a pagar justos por pecadores o no va a pagar absolutamente nadie, que es algo muy de este país nuestro, y lo que uno detecta es que la masa social anda un poco confundida no sabiendo dónde está el enemigo, si uno mismo es bueno o malo o si a partir de ahora habrá que ir al fútbol como se va a la ópera y si no se van a poder comer Triskis en los descansos porque hacen mucho ruido y pudiera la comisión de antiviolencia acústica tomar cartas en el asunto.

Muchos creemos que si la pareja que se sienta tan acurrucada en cada partido del Atleti o ese señor del puro que lleva tantos años manchándose los pantalones con la mugre de su asiento en el primer anfiteatro no aciertan a saberse señalados o señaladores y no tienen una opinión clara sobre si habría que vaciar un fondo del Calderón o solamente echar a los delincuentes, palco incluido, del estadio, malamente puede saber cuál es la mejor solución para el tema un señor que no aparece por el estadio desde que tenía granos en la cara y se refugiaba tras el rotundo físico del padre que le puso al mando de la nave de manera fraudulenta. Es más, uno cree, malpensado que es, que las aparentemente fulminantes medidas tomadas por el veterinario no practicante además de chapuceras e insuficientes tienen por objetivo el señalamiento, sí, de todo aquel que le recuerde ahora o en el futuro su condición de apropiador indebido. Son los violentos a los que me enfrenté, dirá desde la barrera mientras da vueltas y más vueltas a la M-30 con el pecho henchido. El problema que todos tenemos es que parece haberse trazado una raya imaginaria pero muy presente entre nosotros. Una parte culpa a la otra de que a la hora del café un indocumentado le haya tildado de asesino por ser del Atleti y la otra parte acusa a aquellos de generalizar, de meter en el mismo saco a todo un fondo. Todos tienen su parte de razón y también su pizca de culpa, miren por donde, y uno solo espera que el tiempo haga decrecer estas aguas que ahora bajan crecidas y malencaradas.



Con estos antecedentes y con la climatología como mala aliada, no es de extrañar que el partido naciera con cara de circunstancias. La cara del partido tenía de todo, eso sí, pero era una cara poco armónica, una cara rara tirando a desagradable. Para ser más exactos, la cara del partido recordó a la cara de otros partidos de otros tiempos que casi no queremos recordar aunque debe valer de excusa que el equipo tenía cara de cansado por lo sucedido entre semana en Turín. Lo intentaba el Atleti con su rostro ojeroso, falto de descanso, y fiaba su suerte el Villareal al talento de Vietto y la omnipresencia de Bruno. Pudo el Atleti ponerse por delante y no se nos hubiera quedado demasiada cara de sorpresa: algún balón parado, alguna meritoria parada de Asenjo, ese portero con más pinta de monitor de gimnasio lowcost que de ir bien por alto y algunas malas elecciones en los últimos metros. Estuvo el equipo algo menos inspirado, tal vez contagiado por el ambiente y a medida que fueron pasando los minutos fue mutando la cara de abandonado por las musas a una cara de ansiedad, de paciente que espera los resultados de una prueba en urgencias.  Se partió el partido y hubo muchos que al mirar la cara de Miranda echaron de menos la de Giménez, también los hubo que decidieron no querer ver más la cara de Cerci e incluso hubo algunos que se alegraron de que apareciera la carita dulce de Mario Suárez en escena para intentar equilibrar la cosa. Llegó el gol del conjunto visitante cuando aún se reflejaba en nuestras caras que no se había perdido del todo la esperanza, justo después de que Moyá sacara a una mano un disparo con cara de gol incontestable, y dejó al Atleti con cara de incredulidad, con cara de esto no puede estar pasándome a mí después de tantos partidos inmaculado en casa.


Tal vez no haya más análisis que realizar del partido de ayer que el de mirar las caras de los nuestros y ver todavía marcada la huella que el intensísimo partido de Turín dejó en ellas. Tal vez solo fuera un accidente, cruzarse por azar con un partido con cara de pocos amigos. Lo más seguro es que sea así pero también estamos seguros de que las vacaciones de Navidad le van a venir bien al equipo, a la grada y a los ánimos. Ya verán ustedes como cuando nos volvamos a ver tenemos todos mejor cara…

2 comentarios:

  1. El partido se perdió, en mi opinión, por el ambiente enrarecido del Calderón. La prensa, fiel a su amo, ha conseguido lo que llevaba buscando hace mucho tiempo: desestabilización. Estábamos probablemente en el mejor momento de nuestra Historia y había que pararlo como fuera, que si no el amo se enfadaba. Habían probado de todo y se encontraron con la pelea de marras. “Es la nuestra”, debieron pensar.
    La Afición atlética se encuentra ahora dividida: los que animan, no animan; y los que no saben, lo intentan, pero no saben (¿dónde han estado los últimos 32 años?). Mal asunto. Es muy fácil vacilar de “mejor afición del mundo”, de tifos espectaculares, de cánticos atronadores y, a la hora de la verdad, darse cuenta que sin motor es imposible.
    Y mal, muy mal, los dirigentes atléticos: ilegalizar, que es lo que han hecho, el Grupo no era la solución. Se van a encontrar con que son los únicos que adoptan esta medida, aplaudidos por la prensa y la mano que les da de comer.
    Y, más o menos, así está el asunto. En manos del Club (dirigentes, Agrupación de Peñas, …) está arreglarlo, aislándose totalmente de la prensa y del qué dirán, pensando solamente en sus/nuestros intereses. Y deben encontrar una solución (y no parche), la que sea, ya. De lo contrario, ir al Calderón domingo tras domingo será un auténtico infierno.
    Un abrazo.

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    1. Fíjese que yo no creo que hubiera una segunda intención de desestabilización en la prensa. No les otorgo tal capacidad de análisis ni les considero estrategas de nada. Ellos simplemente saben y quieren informar sobre un equipo y los demás le dan igual salvo en el caso de que les brinden titulares sensacionalistas en tonos amarillentos con los que adornar las loas al niñato de Madeira. La pelea sobre la que subyace como usted decía hace poco un problema social que salpica al fútbol, es un apetecible relleno de sangre, bates de beisbol y rostros embozados para añadir chispa a la actualidad almibarada de otras aceras. Hasta aquí uno no encontraría mayor problema en que exista ese tipo de información si la masa social la digiriera como lo que es: basura mediática de usar y tirar, pero el problema viene cuando cierto sector cree y lo eleva a rango de axioma. Si además, los dirigentes avivan con decisiones combustibles la hoguera de la desinformación se crea la división a la que hemos llegado.

      Lo peor además es que uno lee y escucha opiniones sobre el tema y las posturas parecen ciertamente alejadas y casi irreconciliables. Todos los de un bando son unos violentos de tomo y lomo y todos los demás son unos comepipas consentidores y hasta la plantilla lleva lo suyo. En este país nuestro nunca existe el gris, siempre nos vamos a los extremos para no entender al de enfrente.

      La solución pasaría por los dirigentes principalmente, porque se dieran mensajes claros a la afición, porque el club se pusiera del lado del Frente para echar a los delincuentes que amparados en su nombre se ocultan en la masa, etc…Evidentemente, nada de eso pasará y solamente se dejará pasar el tiempo para que se malcierren las heridas. Y una de las peores consecuencias es que el equipo lo va a notar porque estoy de acuerdo con usted, Don Pablo, el partido del domingo con otro ambiente se gana.

      Un abrazo

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