miércoles, 12 de febrero de 2014

De creencias y dolores

No nos engañemos, nadie creía. Usted y yo no creíamos y aquel matrimonio de mediana edad que ayer por la tarde anunciaba a bombo y platillo que sí, que creían, lo hacían de puertas afuera, pero en su interior no creían o si creían un poquito lo mismo era por los gintonics que se habían colocado con mimo entre pecho y espalda, que eso es algo que siempre ayuda a la hora de fortalecer la fe. Tampoco creía El Cholo aunque su discurso fuera el totalmente opuesto y así lo demostró con lo que puso en liza, y uno comprende al técnico a la hora de no pretender abusar, de no querer dar más de sí el milagro que estamos viviendo esta temporada aunque esa comprensión se lleve mal con lo que dictan los corazones, los de ustedes y el mío, pero uno encuentra lógica y conveniencia en lo que Simeone planeó. Como les decía antes, él no creía tampoco, pero cree en otras cosas, sueña con otras metas más ambiciosas aún y no puede permitirse que los de su alrededor flaqueen en su creencia.

De lo de ayer solo se podía recolectar miseria: miseria física, como la que nos heló el alma con la traidora caída de Manquillo, pero sobre todo miseria espiritual. Cierto es que nuestro técnico podría haber alineado a los mejores disponibles, forzado a los tocados que llegaban justos al choque y lanzado consignas de esas que inflaman el ánimo de la tropa para morir en la orilla con la moral quebrada y rota, con dudas revoloteando sobre las cabezas y con lo que resta de temporada bajo amenaza. Simeone prefirió no poner demasiada carne en el asador para no comprometerse. Si hubiera salido bien, el golpe en la mesa, el espaldarazo al fondo de armario hubiera inyectado adrenalina en las venas de los nuestros con una final bajo el brazo, un farol que arruina la partida del adversario. Saliendo como salió no queda comprometido el camino ni torpedeado el buque y uno lo entiende, aunque le duela, pero lo entiende.




Poco se puede comentar de un partido que ingresó moribundo y al que los familiares/laterales se empeñaron en desenchufar de los respiradores a los pocos minutos de presentarse en urgencias. El contador de penaltis en contra crece a ritmo sostenido para acallar a los que miraban las estadísticas sin ver más allá. Demasiado impulsivo estuvo Manquillo en el primero, trastabillando a la plañidera del balón dorado para que ésta cayera como caen las señoras que se rompen las caderas al caer al suelo o que caen al suelo tras romperse la cadera, que no es lo mismo ni mucho menos y es algo sobre lo que se discute encarnizadamente en las salas de espera de las consultas de traumatología sin que se llegue a consenso posible. Torpe estuvo Insúa en el segundo, torpe sin atenuantes.


Lo intentó el Atleti pero pareció por momentos que lo intentó poco aunque tal vez fuera justo lo que se debía haber intentado con el paisaje que tenía el asunto. Lo intentó poco y se entiende aunque duela. También entiende uno a los que ayer hablaban de exponer algo más, de morir o matar sin pensar en el mañana aunque desde la frialdad de las horas que han transcurrido no lo llegue a compartir. Incluso esos, los que se fueron algo más descontentos a casa porque querían exigir más al equipo no creían. Tampoco creía Simeone ni los jugadores. Nunca creímos ustedes y yo ni aquel matrimonio de mediana edad, por mucho que dijeran lo contrario. 

3 comentarios:

  1. No creía, D. Emilio, pero duele (asi, entre nosotros, que los merodeadores rondan al acecho...)
    No esperaba nada de lo de anoche. Nada práctico, pero si anímico. Acabé como hacía mucho que no hacía. Viendo otra cosa y dejando que mi señora se regocijara en el hecho cierto de que nos han superado ampliamente.
    No me rindo, queda lo mejor. Pero se me tuerce el morrete. Sea propio o sea ajeno, el palo en las ruedas nos está haciendo tropezar demasiado. Es tiempo de espabilar. Empezando por el Valladolid...

    Buenos dias, a pesar de los pesares...

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  2. Creo que casi nadie esperaba nada con la cabeza aunque el corazón dijera lo contrario.

    Me pasó lo mismo que a usted, luché por no irme a dormir antes de tiempo y casi salgo derrotado en esa batalla. Nada que ganar y mucho que perder, mal envite.

    Buenos días, casi tardes ya...

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  3. En mi opinión creo que no creían ni los propios jugadores ni el mismísimo Cholo sacando una alineación llena de suplentes.

    Ahora el Atlético tiene que terminar con esta mini racha negativa que lleva y ganar al Valladolid para afrontar el partido contra el Milan con toda la confianza.

    Un saludo desde TresCuatroTres

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