lunes, 7 de octubre de 2013

¿Hay alguien ahí?

“¿Hay alguien ahí?”, pregunta con voz trémula la rubia de bote (con todas sus consecuencias) asomándose a la oscura habitación de la que parecía salir el ruido. Uno diría que la rubia, que casi no cabe en ese jersey de tantas tallas menos, espera que el asesino psicópata responda diciendo que sí que está él pero que como ha preguntado de esa forma tan educada desde el quicio de la puerta ya no la va a descuartizar como ha hecho con el resto de sus compañeros de curso.

–Hágase cargo usted –añadiría el presunto homicida dejando a un lado la sierra eléctrica o el cuchillo jamonero adquirido en la teletienda–, de que uno no asesina por vicio, sino que es la coyuntura macroeconómica la que le hace a uno desfogarse de esta sangrienta manera, aspecto que, a juicio de servidor y del terapeuta del seguro que me trata con desigual fortuna, no es ni más ni menos preocupante que la actitud de las adolescentes que acampan durante varias noches para ver en primera fila un concierto de una banda juvenil de acné furioso.

Pero como el mundo es de otra manera y el cine de terror, o el terror de cine que para el caso es lo mismo, respeta sus tradiciones de manera celosa, la rubia acaba como acaba tras la absurda pregunta, poniendo todo perdido de sangre, de vísceras y de las fibras que suelta ese jersey tan ajustado, fibras de esas que se agarran a las tapicerías de los coches y no hay manera de sacar ni aún con aspirador de mano, lo que de por sí ya merecería una muerte lenta como poco…

Da igual que el horario sea nocturno, como lo fue en ocasiones anteriores, u horario de vermú como lo fue ésta vez. Uno viene observando desde que la temporada nació que los equipos rivales saltan al Calderón con miedo, con la misma prevención con la que la rubia lanza su pregunta a la oscuridad del sótano, sabiendo sin querer saber que allí, agazapado, hay algo amenazante. Nada más y nada menos que un equipo, claro.



Puso El Cholo en liza a los sospechosos habituales con la única entrada de Mario por Tiago con respecto a las últimas citas y puso Luis Enrique, triatleta a tiempo parcial y entrenador sobrevalorado a tiempo completo, a un equipo con diez rubias (muchas de bote, con todo lo que ello conlleva) ataviadas con jersey celeste ajustado y a un portero del que se esperaba poco por su manga corta y su camiseta de surfero, blanca para más inri. Salió el Atleti arrollador, exuberante. Asestaban los nuestros puñaladas en la defensa viguesa con los laterales como principales cómplices. Gran partido de Juanfran y Filipe, lo que viene siendo costumbre y gran acompañamiento del resto de líneas, destacando Diego Costa, serial killer de cabecera del equipo y todo el centro del campo. No veía el Celta resquicio por el que escapar de la avalancha rojiblanca y solo el portero con alma de skater mantenía vivos a los gallegos. Se vivieron grandes minutos de los que firma este Atleti, juego directo, combinaciones veloces, finalizaciones de Costa y méritos del portero. Pudo el Atleti adelantarse de penalti pero, como buena película del género, el portero con hechuras de graffitero impidió que el partido muriera prematuramente, que ya se sabe que las muertes si duran y son muy sangrientas, visten más en la gran pantalla. No obstante, se fue de manera justa aunque corta el Atleti con ventaja al descanso, fue en un remate tras pase de la muerte de Filipe que resume lo que es este equipo: gol estilo Fuenteovejuna, todos a una. El colectivo frente a la individualidad hasta a la hora de empujar un pase con aroma de medio gol.

Continúo el encuentro por los mismos derroteros tras el descanso y pudo Villa matar el partido casi definitivamente antes de lesionarse, marró el asturiano como antes había errado otras oportunidades y quedó en el ambiente cierta preocupación, no tanto por su lesión, de pronóstico leve según parece, sino por esas desconexiones que sufre que pudieran ser propiciadas por el brutal tono físico de sus compañeros. No debe ser fácil, tomen ustedes a los nuevos fichajes como ejemplo, subirse a un tren que circula a la velocidad que exige Simeone a este convoy y el Guaje lo nota, más de lo debido tal vez. Fue Costa el que ensanchó la herida celeste en otra típica jugada de las suyas, balón largo al espacio carrera imparable plena de potencia y disparo seco abajo. La frialdad de ese asesino con una cara de asesino que no puede con ella parecía cerrar el partido y aupar a nuestro exterminador al olimpo del pichichi.  

Si hay algo típico del cine de terror y de sustos gordos son los finales. Suele ser costumbre que, cuando ya casi todo el elenco actoral anda criando malvas desde hace rato, pareciera que el psicópata flaquease. Acaban los gritos y el señor de la capa negra y la careta con la boca muy abierta parece vencido, desfondado tras la agotadora tarea de liquidar adolescentes. Algo así ocurrió ayer sobre el césped del Calderón. Fue echándose el Celta para arriba cada vez más y los nuestros se dejaron querer, sin duda presos del cansancio, de la exigencia física de las últimas citas. Recortó el Celta tras gol bien finalizado de un jugador con pinta de torero purista y empezó el Atleti, el asesino de nuestros amores a mostrar síntomas de extenuación. Miraba el respetable a los relojes y pasaban los segundos con una lentitud que daban ganas de estrangularlos para que espabilaran. Sirvieron estos minutos para acordarse de las ocasiones perdidas del inicio, para pasar algún que otro sobresalto y para que debutara Guilavogui (o Sí ya lo vi, como se le conoce en ciertos mentideros) sin mostrar más que buena planta.


Ya conocerán ustedes el final de la película. Finalmente resurgió el asesino y continuó acrecentando la racha de víctimas de la temporada. La rubia que llevaba ese indefendible jersey celeste acabó muriendo a sus pies dejando todo perdido de sangre, de vísceras y de esas fibras que se agarran a las tapicerías de los coches como un ministro a una poltrona. Ocho equipos pasaron por las manos de éste equipo nuestro con alma de ejecutor y los ocho quedaron desmadejados en el camino. Muchas muertes ya a la espalda de este equipo obsesionado enfermizamente por la presión y el compromiso, por no dejar testigos que puedan levantarse y siquiera gritar. Parece que nuestro depredador empieza a mostrar sentimientos, tal vez algo de debilidad achacable a la falta de frescura de piernas que habrá que seguir vigilando. Debo de confesarles que siempre que veo una película del género, servidor espera que todos mueran, todos menos el asesino, claro y más si este viste de rojo y blanco….

4 comentarios:

  1. Ocho equipos dice usted... pero no se olvide del cine europeo, con films de la talla de "Los descuartizados de San Petersburgo" o "Masacre a orillas del Duero". Y luego dicen que el cine está en crisis.

    ResponderEliminar
  2. Es que el asesinato en su versión paneuropea ha sido sacrificado del relato de hoy, pero cuenta, vaya si cuenta....

    ResponderEliminar
  3. Eficaz asesino, D. Emilio, aunque un poco redundante. Ahora te pincho por aqui...ahora por allá...ahora una punzadita...vaya, que casi se nos escapa viva, solo por disfrutar del momento.
    Creo que el partido de la cuadra y el de Do Dragao jugaron mucho el Domingo. En la primera hora por la euforia de las victorias que se notaba en todas las líneas. La presión, el desparpajo...una primera parte primorosa, de las de recordar. Luego, paulatinamente, el cansancio y el "ya está todo hecho por hoy" nos hizo pasar apurillos tras el buen gol de Nolito.
    En fin, D. Emilio, una gran jornada matinal y una nueva suma de puntos antes de un parón que debería recargar las pilas, sobre todo del asturiano al que veo pelín fuera de sitio, como sobrepasado por los acontecimientos. Yo creo que no se esperaba este ritmo, además de que creo que mentalmente no está a tono. Cosa que no tardarán en solucionar, seguro. (In Cholo we trust).

    Buenos dias.

    ResponderEliminar
  4. Es lógico que el bajón llegue y habrá que saber amortiguarlo a base de racionalizar los minutos entre la plantilla, nada que el hombre de negro riguroso no pueda y sepa manejar tan sabiamente como el resto de aspectos del juego.

    Ojalá lo de Villa se solucione y de verdad me encantaría que el problema fuera únicamente físico, pero creo que hay más como usted dice. Tiene ansia por demostrar lo que ya ha demostrado con creces a lo largo de su carrera y eso se nota en ocasiones pese a que precisamente está luciendo más por los espacios que abre y por su capacidad de combinar que por el gol.

    Buenos días....

    ResponderEliminar