Ya van dos.
Villa y Demichelis. Bien es verdad que antes llegaron otros dos más: Baptistao
y Giménez, pero esos no eran de los fichajes ante los que la afición, y lo que
es más relevante Simeone, crían mariposas en el estómago. Villa y Demichelis
son otra cosa. Son mayores, sí, pero traen el pecho de la casaca lleno de
medallas de otras lides, de menciones en batallas grandes, en batallas de
verdad, de esas en las que no hay sitio para las retiradas ni para hacerse el
Ibagaza, que es como si fuera hacerse el sueco solo que más bajito y con la
ceja poblada y negrota. Han llegado los dos tan a la vez que uno se imagina al
argentino esperando en la recepción del hotel de Los Ángeles de San Rafael
mientras al asturiano se le asigna habitación y se le explica de qué hora a qué
hora se sirve el desayuno continental y lo que cuesta la bolsa de patatas del mueble-bar.
Llegados
los dos, se ha suavizado la mueca que Simeone esgrimió hace unas semanas, cuando ponderó sobre los que se van y los que no llegan. Les digo suavizado
porque queda mueca, menos profunda en el surco que deja en el entrecejo y las
comisuras de los labios, pero queda. Anda Simeone como el niño que sospecha que
sus padres han olvidado el día de su cumpleaños o, si no lo han olvidado, le
van a despachar con un regalo útil. Con un regalo de esos que te echan las
cuñadas de parte de la madre que las parió: unos calcetines, unos guantes, una
linterna para el coche...
Espera el
Cholo una fiesta sorpresa coronada con una tarta. Una enorme y apetitosa en la
que poder soplar debidamente las velas que insuflarán ánimo e ilusión para la
temporada que se nos viene encima. El argentino tiene claro cuál le gustaría,
cuántos pisos tiene que tener y si en el borde debiera llevar láminas de
almendra de esas que se te clavan en las encías cuando se devora la porción con
ansias de repetir. Dejó claro hace tiempo que la guinda se llama Diego, pero
parece que se llamará Digo. Amén de la guinda, uno sospecha que el año se
antojará largo sin un mediocentro que sepa sacar el balón de manera más aseada
que los presentes y sin otro nueve, a poder ser uno grande y que conozca los
secretos del juego de espaldas. Probablemente, la mueca de Simeone se borrará
en cuanto llegue la guinda y no exigirá más por no oír lo de siempre.
Probablemente, con la guinda en la plantilla no querrá hacer más ruido y hasta
dibujará una sonrisa forzada cuando abra algún que otro regalo y repare en que
le han echado unos calcetines, unos guantes y una linterna para el coche. Muy útil todo…
Ya no viene nadie más seguro, por ello yo trataría de dar cabida a los nuestros en vez de hacer caja (Hablo de Pizzi y demás ralea). Y no olvidemos la Heitingada más que probable de todos los años.
ResponderEliminarPues yo creo que Simeone no va a tragar sin que llegue un sucedáneo de Diego. Eso sí, baratito a más no poder.
ResponderEliminarPánico a la Heitingada...especialmente por los canteranos...
Manquillo es carne de Bundesliga. Dirán que Insúa puede jugar en ambos laterales y aquí no ha pasao nada.
ResponderEliminarRespecto a ese mediapunta, yo a Verdú me lo imaginaba de rojiblanco, pero se adelantó el Betis. Sabiendo la austeridad presente hubiera sido una buena incorporación.
Pero creo que no era Verdú el tipo de jugador que busca el Cholo, quiere un creador, un jugador con esa fantasía y ese pase diferente
Eliminaros da lo mismo si le mete el cholo un buen complemento a demichelis la defensa del atletico tiene un polvo para superarla buen central sin ningun lugar a dudas
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