jueves, 31 de mayo de 2012

En el nombre de la deuda


“¡EN EL NOMBRE DE LA DEUDA!”, esgrimen los evangelizadores desde sus púlpitos alzando teatralmente libros de cuentas, utilizando la deuda como coartada que justifica todo. Crean en ella. Tengan fe ciega en su existencia. Sepan que si no fuera por esa invitada inesperada se hubiera mantenido a Torres, no pasaríamos el verano con el Tigre y su salida detrás de la oreja y hasta se podrían acometer reformas estructurales en unos videomarcadores cuya definición recuerda cada día más a la que se veía cuando se cargaban los juegos en el Spectrum 48k. Los pobres indios (literalmente) asistimos al discurso de los que colonizaron el continente rojiblanco imponiendo la religión del pelotazo y de la comisión con los ojos como platos y ya casi aceptamos ovinamente que hay que vender más que comprar. Si lo dicen los conquistadores de bolsillo de poca salida y abundante entrada, será por algo.

De vez en cuando, algún colonizado con ganas de tocar esas narices con forma de alfanje moro, pregunta por la cuantía de la deuda y pide explicaciones de manera descreída. No puede haber sombra para la duda. Esa duda podría propagarse al resto de una feligresía que debe abrazar la fe tragándose los dogmas contables con dos decimales y un vasito de vino peleón con gaseosa. Pero, ¿cómo es de grande la deuda?, sigue inquiriendo el aborigen impertinente, ¿Es de tamaño din A4?, ¿Duplica su población en época de verano como Cercedilla? Es entonces, ante el agolpamiento de las preguntas tanto tiempo sin contestar y la ineficacia del reparto de baratijas, cuando el ideólogo salta al ruedo para ofrecer otra tramposa larga cambiada con tono pausado. Hablando quedo. Susurrando pero con un toque nasal, no podía ser de otra manera, en la voz.



El muy hijo de su padre habla de la deuda con resignación distante. La tiñe de casualidad y parece que cuando habla de ella se refiriera a un fenómeno meteorológico. Está ahí y no se puede hacer nada. Nos ha caído encima la deuda como una granizada en julio y nos ha arruinado la romería europea que protagonizan los cuatro primeros clasificados del ejercicio anterior. La perorata se llena de oraciones impersonales y de terceras personas del singular para no tener a quien señalar. Da la sensación de que él se fue a pasar el fin de semana fuera y a la deuda le dio por hincharse y descontrolarse en una fiesta organizada a sus espaldas que finalizó con la llegada de una pareja de la Guardia Civil que tuvo que personarse ante el ruido que provocaba una deuda tan crecidita. Ni un atisbo de reconocimiento de culpa. Ni un ademán que hiciera pensar arrepentimiento o asunción de responsabilidades. Esto no va con él. Va con ustedes, pobres indios a los que esto les duele. A él y a su pléyade de descubridores de continentes donde evadir divisa se la trae al pairo si la deuda cada verano se deprime al ver que no le cierra la cremallera del pantalón. Cualquier fin de semana de estos se volverá a ir fuera y a su vuelta pondrá cara de sorpresa mayúscula cuando le cuenten que ha tenido que venir de nuevo la Guardia Civil, esta vez para quedarse.  

lunes, 28 de mayo de 2012

Breves bocados de actualidad atlética



Llegó Pantic al Madrileño (uno es mayor y gusta de seguir utilizando tradicionales apelativos) alegrando caras y llenando de recuerdos las imaginaciones. Su llegada se unía a otras de algunos más con pasado rojiblanco atando todas con el lacito de la atletización de lo desatletizado. Como si fuera un trabalenguas fácil de desentrañar, ¡ea! Llegó y a pesar de su posible bisoñez consiguió convertir un inicio titubeante en una posibilidad de soñar con el ascenso a través del cuidado de la estrategia. Se va ahora con premura, demasiado pronto, sintiéndose tal vez como sus pupilos de este año, con pocas posibilidades de coger el ascensor que lleva al ático de los mayores. Pudiera ser comprensible que necesite probarse en empresas de mayor calado y con más perspectivas de visibilidad, pero queda un regusto de interrupción, de fugacidad no esperada. Que le vaya bien allá donde vaya y que vuelva más adelante. Hay un ramo descansando en un corner del Calderón que no perdonaría que no lo hiciera.

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Da gusto ver cómo el Atleti llega a un aeropuerto de allende los mares y es recibido entre la algarabía de muchos. Da gusto ver estadios con muy buena entrada para presenciar lo que no deja de ser un bolo con la misma trascendencia que la carrera musical de Jesulín de Ubrique. Da gusto ver a niños de tez morena con la camiseta del Atleti acercarse a sus ídolos con timidez. Da pena pensar que si el equipo repitiera gira el año que viene, ni los del aeropuerto, ni los de los estadios ni los púberes podrían reconocer a los que portan la zamarra rojiblanca.



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Se marcha Perea como llegó. De puntillas y dando las gracias, sin hacer ruido ni pegar portazo al salir. Se marcha con un record de partidos para extranjeros ya adoptados y nos deja con la sensación de que fueron muchos más sus aciertos que sus tan cacareados fallos. Se marcha tras despedida pequeña pero por una puerta muy grande, por un portón de dos hojas que hay que abrir en contadas ocasiones para despedir agradecidos a profesionales como él o para introducir un elefante africano en el patio de vecinos. Ojalá volvamos a encontrarnos. Ojalá que la federación internacional de atletismo homologue alguno de los varios records del mundo de velocidad que debe poseer sin aducir que en el Cerro del Espino corre un viento que anula las marcas realizadas.

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Se marcha también Antonio López y su marcha parece más comprensible que la de Luis Amaranto. El cuerpo y, en igual medida, el alma, no han dejado a Antonio rendir como siempre ha hecho en los últimos tiempos. Se va un capitán con canas, lo que siempre imprime respeto, y nos deja huérfanos de jugadores con solera. Deja una empresa en constante rotación, una empresa de ERE afilado y una mayoría simple de candidatos a heredar el brazalete que sólo se afeitan un par de veces por semana. ¡Qué difícil es cumplir trienios en el Atleti!


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Finalmente Juanfran acudirá a la Eurocopa. Con justicia, sin debate alrededor. El extremo ansioso y acelerado que conocimos en los postreros (y oscuros) días del sanchezflorismo de vía estrecha, ha migrado a lateral templado en la defensa e incisivo en el ataque y obtiene de esta forma justo premio a su notable temporada. Ya solamente se le pide un cambio de estilismo capilar para ser considerado miembro de pleno derecho del imaginario atlético. La convocatoria deja la alegría de la llamada del alicantino, la indiscutible presencia de Torres como lo que es, un puntal y deja también un sabor algo amargo por la llamada interruptus de Adrián. De poco valió su debut con gol, penalty forzado y repertorio de fintas y caídas a banda siempre buscando hacer daño. No es el señor marques del dorado nabo amigo de dar demasiadas alegrías a los de rojo y blanco y finalmente tomó una decisión redundante, esperada. De la terna de Soldado, Negredo y Adrián se queda con el segundo. Uno, piensa que Adrián aporta diferencia y que los otros dos aportan principalmente lo mismo: su procedencia y más prensa que talento. Demasiado delantero centro ve uno en la convocatoria, máxime cuando solo ve a uno de ellos con la talla suficiente para según que batallas. Les doy una pista, el bueno es el de las pecas.


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A pesar del calor que ya se ha instalado entre nosotros, el futuro da frío. Cada vez que llegan los veranos, el gazpacho en el menú del día y las imágenes de familiares en bañador que nos perseguirán como pesadillas recurrentes, se nos pone el cuerpo raro. Hay veces que tiritamos incluso mientras faenamos bajo el justiciero sol de la capital. Y todo por no saber qué quedará tras el desmontaje acostumbrado. Tras la infinidad de rumores y los magros hechos. Nos queda también mal cuerpo por no habernos podido despedir de casi todos los que se irán y por no conocer ni de oídas a los que vendrán. La rueda sigue girando. El carrusel del mercadeo se activa llenando de igual manera columnas semanales y bolsillos. Capel, Emre, turcos de nombre impronunciable e incluso innombrables mediapuntas de pelo fosco y supuesta excelencia en el penúltimo pase con los que se pretende tropezar de nuevo, a pesar de que la comparación con una piedra sea siempre excesiva dada la blandura de la criatura. No se relajen, mañana podría aparecer a doble espacio y con negrita que vuelve Maniche con ganas de ponerse a plan para rebajar carrillera. Que Dios nos coja confesados.

martes, 22 de mayo de 2012

Nueves, medias tintas y mediapuntas


¿Alguno de ustedes es amante de la cerveza sin alcohol? ¿Hay alguien en la sala que probó el tofu y se planteó seriamente el sustituir en su alimentación las proteínas que aportan los productos del cerdo por ese pastiche facilitador del atragantamiento? ¿Se confiesa alguien amante del cine de autor? ¿Algún defensor de los encuentros íntimos virtuales? ¿Todavía existen seres humanos que prefieren a los mediapuntas por encima de los delanteros centros?

Si usted, sí, sí, usted, el de la camiseta remetida en el vaquero de pinzas, ha contestado afirmativamente a alguna de las anteriores preguntas o al menos ha dudado a la hora de posicionarse con respecto a ellas, le invitamos educadamente a abandonar el recinto, si es posible sin agolparse y sin cuchichear, que eso siempre queda muy feo. Mejor que salgan, sí, porque hoy no vamos a hablar de medias tintas. Vamos a hablar de cerveza negra helada, de torreznos crujientes. De películas plagadas de tiroteos y de manos que se posan en pantorrillas sin calcular demasiado las consecuencias. Vamos a hablar de delanteros centros. De nueves ¡Hala, salgan ya, que mira que les gusta hacerse de rogar!

Llevamos unos días sin quitarnos a los nueves de la cabeza. Primero fue por Falcao y su magistral lección en la final de la Europa League. Lección que está teniendo continuidad en la gira del vallenato que los nuestros están perpetrando en tierras colombianas ¡Vaya estado de forma que exhibe Radamel y qué catálogo de goles nos está dejando en la retina! Contrariamente a lo que pudiera ser normal, a uno le provoca inquietud tal panoplia de remates inverosímiles. Inquietud porque tras ver cómo las acrobacias del delantero cafetero perforan las metas contrarias, uno se imagina a esos que ustedes saben con el mazo en la mano, a punto de abrir la subasta pública para adjudicar el lote número uno, goleador resolutivo, al primero que quiera alzar una ceja. Radamel, quédate calladito debajo de la cama y lo mismo los clubes que no venden a sus señoras madres no reparan en tu goleadora presencia. ¡Qué cosas!, en este mundo balompédico lleno de personajes que caminan por la vida con el pecho hinchado sin motivo aparente, existe gente como nosotros que preferiría que ciertas actuaciones pasaran como de puntillas.

Siguiendo con la moda de los nueves, nos hemos pasado el fin de semana acordándonos de Torres mucho más de lo que normalmente nos acordamos de él, que es mucho. La posibilidad de verle levantar la copa cuyas orejas asemejan a las de un elefante de Botswana obligó a inventarse excusas más o menos creíbles para faltar a la comunión del mediano de la prima Fortunata:

– Fortu, cariño, mira que me duele no asistir al evento pero es que mi marido estaba la otra tarde imitando el giro de ojos de Marujita Díaz porque a las gemelas les hace mucha gracia y de repente le dio un aire que le ha dejado con los ojos como para fuera…Con decirte que ayer de camino al oculista una paloma se le posó en la cara con ánimo de incubarle los globos oculares…Una desgracia muy grande, lo que yo te diga…



Tras la enésima decepción con forma de alineación reservona, cobarde y aportuguesada, salió Torres cuando ya en Munich cantaban el triunfo de esa manera que tienen los alemanes de cantar como si estuvieran comiendo caramelos de café con leche de los que se agarran a la encía. Se le vio fino, participativo dentro de lo poco que se puede participar dentro de semejante propuesta táctica. Encaró y forzó el corner que enganchó al milagro inmerecido y siguió encarando en esa antesala de la zozobra que suele ser una prórroga. Ofreció en pocos minutos más que muchos de sus compañeros en varias eliminatorias y finalmente fue partícipe de una victoria sobre la que más tarde confesaría que le dejaba sabores agridulces por cómo había discurrido la temporada. Su año deja claro un par de aspectos: físicamente está en un estado óptimo, anímicamente, debe estar cansado de lidiar con los planteamientos miserables y con los compañeros de ego y pectoral hinchado. Aún así, no se acula en tablas buscando el derrote fácil y la declaración incendiaria. Si no le llegan balones, que no le llegan en la mayoría de los lances (revisen el concepto del pase que atesoran Sturridge y Malouda, por poner un ejemplo), se tira a una banda y se dedica a repartir asistencias con generosidad de afroamericano bajito criado a las afueras de Filadelfia, soslayando que él debiera ser más asistido que asistente, soslayando que es rubio y espigado, soslayando que él dice “Pesi” y no lleva cadenas de oro al cuello. Debe reflexionar seriamente Torres sobre su futuro, sobre la dirección deportiva que toma su actual club y sobre lo mal que se come en Inglaterra. Tras su irreprochable llamada para la Eurocopa, es necesario que aproveche los tiempos muertos que proliferan en las concentraciones para tomar una decisión que le evite vivir una temporada como la que se extingue.

Tan en boga se ha puesto el tema de los nueves, que hasta algunos hablan de trueques, de un ruso enamorado del colombiano y algo despechado con el de Fuenlabrada. Se comentan ofertas inexistentes y se llenan los sanedrines de señores de nariz afilada con lupa gorda en el ojo para tasar la mercancía ¿Quince millones más Torres por Falcao? ¿Nos quedamos a Courtois en propiedad? ¿Un bono anual para Parques Reunidos a cambio de ilimitados vales de lavandería donde Indy pueda lustrar su mugrienta capa-toalla? Ya saben ustedes, un nuevo sainete de esos que se estrenan en verano. Independientemente de que una posible vuelta de Torres hiciera escapar una lagrimita a más de uno, se antoja pronto para un regreso que por esperado no debiera ser precipitado y mucho menos devaluado. Se antoja también prontísimo para perder de vista al colombiano, al que hasta ahora se le ha visto a gusto, comprometido y feliz. Ya saben ustedes que la gerencia no entiende de nada de esto de lo que hablamos y nos trata como si fuéramos absolutamente gilipollas. Probablemente lo seamos. Por acomodarnos en esta constante transición. Por asumir las medias tintas. Por tragar con el pavo cocido en vez de exigir jamón ibérico. Por transigir con una tortilla hecha con huevos sin yema. Al oír la noticia de la fantasmagórica transacción, Nicolás, atlético de corta edad pero de larga entendedera preguntó sin malicia por qué no pueden jugar juntos Torres y Falcao en un equipo como el Atleti. Los más mayores le miramos con cara de: ¡qué mono, mira lo que dice!, pero sin darle más explicaciones porque ni nosotros mismos nos lo podemos explicar. Probablemente en agosto los bolsillos estarán repletos de comisiones y el campo repleto de mediapuntas ¡Haga el favor y póngame un descafeinado de sobre con sacarina, joven!

miércoles, 16 de mayo de 2012

De desguaces, coches y agarraderas


Una vez digerido el éxito del título de la Europa League e interiorizado el recurrente fracaso liguero, las huestes atléticas se dirigen a su taller de (des)confianza para realizar al vehículo la rutinaria revisión veraniega. Lo hacen precavidos y sin esperar demasiado, ya que es sabido que todos los años el coche que sale por el otro lado del túnel de lavado y mantenimiento canicular sufre mengua con respecto al que entró. Los clientes del taller recuerdan con nostalgia la berlina familiar tan espaciosa en la que cabían de manera holgada grandes jugadores e ilusiones desbordantes y cómo desde que los actuales dueños se hicieron cargo del negocio, nunca mejor dicho, cada año se nos entrega un coche plagado de evidentes mermas con respecto a versiones anteriores de la gama.

– Pues sí, mire le he revisado los niveles y las cláusulas de rescisión a la baja. Además le hemos tenido que extirpar los faros, porque ya se sabe que los faros alumbran donde quieren, pero no se preocupe porque le puedo poner unos faros que alumbran con opción a compra ventajosa, eso sí, todavía no puedo ponérselos, que estas cosas es mejor hacerlas justo antes de que se cierre el mercado de piezas de desguace –dice el encargado sin reprimir una sonrisilla de condescendencia muy celebrada por los aprendices que pululan por la nave pintada en rojo y blanco.

– ¿Y qué leches hago yo sin faros? –pregunta con desesperación el sufrido cliente colchonero.

– Conducir de día….

Somos conscientes de que quedarán en el camino piezas del coche actual como tantas otras quedaron tiradas en la sinuosa autovía de las comisiones. Sin airbag ni cinturones, elementos empeñados o malvendidos a fondos de inversión en anteriores revisiones, nos queda poco a lo que agarrarnos para volver a sentir ganas de sacar el coche de paseo. Bueno, no crean. Algo queda a lo que aferrarse: Simeone.



La llegada del Cholo a nuestras vidas supuso alivio porque cerraba el capítulo gris tirando a negro oscuro capitaneado por ese tuneador de patillas de gafas de pasta que es Gregorio Manzano. Dos cosas levantaban suspicacias con respecto a su aterrizaje: por una parte su bisoñez a la hora de conducir vehículos de la enjundia del nuestro, por otra, no saber qué parte de su fichaje respondía a su validez como conductor y qué parte a su condición de fornido escudo de gran ascendente en la grada para evitar hojas de reclamaciones de los clientes contra los ilegítimos dueños del taller y sus chanchullos. Finalizada la temporada y tras haber analizado el desempeño del argentino al volante, es de justicia reconocer que ha sorprendido gratamente. Cholo hizo arrancar a un coche desguazado tácticamente por su predecesor y lo ha hecho andar. Lo hizo sin aspavientos, sin tocar el claxon para llamar la atención sobre la cortedad de la plantilla y su mala distribución. Su esperada faceta de gran motivador se complementó con un conocimiento táctico que nos ganó con maniobras como la de poner a Arda en la derecha en aquella noche mágica del Calderón en la que la banda de Jordi Alba parecía una autopista de cinco carriles y arcén. Tal vez haya aspectos mejorables, sin duda, pero el técnico ha dotado al vehículo de una cierta dignidad, de una confianza en sus posibilidades que le hace creer que puede transgredir su previsible futuro de utilitario para ir a comprar el pan. Tras tantos cambios de pintura, la capa de color que Simeone propone nos gusta por ser reconocible y por no basarse en la queja como modo de reivindicación, modus operandi de aquel otro chófer de jersey estrecho y raíces folclóricas.

Dos grandes retos debe enfrentar el entrenador a partir de este momento: uno, el de confeccionar una plantilla a su modo y manera. Tras demostrar que tiene manos para conducir, ahora debe ajustar los espejos a su altura, poner ese respaldo de bolas que tanto éxito tiene en los asientos de los agremiados del taxi y tunear a su gusto la máquina. Les hablaba de dos retos, el segundo es no tragar con los accesorios horteras que le quieran poner los otros, los del taller, y luchar porque no se vendan las piezas que harán el coche mínimamente competitivo. Servidor de ustedes cree que este segundo reto será más complicado de afrontar pero tiene fe en Simeone. Las primeras señales así lo indican: “Falcao vino con el equipo séptimo”, dice Cholo con razón mientras los encargados ponen cara de poker por ver peligrar el negocio de desguace. Tendrá que mancharse las manos con la grasa pegajosa y maloliente que rezuma todo lo que tiene que ver con la manera de gestionar el garaje y, por su bien, no tragar. En ese no tragar depositamos todos nuestras esperanzas como si fueran esos asideros que tienen los coches encima de las ventanillas, esos a los que se aferran las tías solteronas cuando se acercan curvas. 

lunes, 14 de mayo de 2012

Demasiado tarde


Ecos de sociedad:

El pasado domingo, en la finca que los barones de Graham-Torreznos poseen en la sierra toledana, se produjo el enlace entre la hija menor de la familia, Macarena Graham-Torreznos y Gómez de Granizadas y el financiero Pipe Martínez de Alubias y Ostolaza. Tras una ceremonia íntima a la que asistieron setecientas cincuenta y tres personas y los dos pequeños yorkshires a los que tan unida se encuentra la novia, los invitados pasaron al pabellón de caza de la mansión principal donde el afamado restaurador Hervé Cacillos, poseedor de varios reconocimientos entre los que destaca una estrella en su jardín, sirvió una cena fría que en realidad era templada pero que se refrescó más de la cuenta debido a la tardanza de los invitados a la hora de encontrar su ubicación en las mesas, aspecto éste que debe achacarse a pequeños malentendidos derivados de la extensión del salón, de más de cien hectáreas. Amenizaron la velada un cuadro rociero, un trío de mariachis y el conjunto de música gótica Gangrena, lo que produjo simpáticas anécdotas a la hora de que los contrayentes abrieran el baile con un vals con toques de salve compuesta en un cementerio de Veracruz.

La novia, Macarena, vestía un diseño en tul y organza con escote de barco atunero que realzaba la esplendida madurez de sus ochenta y cinco años. Pipe lucía el uniforme de chambelán de la orden del Entrecejo que imprimía gallardía a la joroba que ha ido desarrollando en los últimos tiempos como consecuencia de sus problemas de artrosis reumatoide. Tras cortar la tarta por poderes, la encantadora pareja se despidió de sus invitados para poner rumbo a un hotel geriátrico de Benidorm, destino vacacional muy propio para los de su generación, con la ilusión dibujada en sus rostros por la cercanía del momento de la consumación del matrimonio. No en vano los contrayentes han hecho gala en anteriores entrevistas en exclusiva que han realizado para nuestra publicación su intención de mantener las formas y el misterio amatorio hasta el momento de verse como marido y mujer pese a reconocer que no ha sido nada fácil guardarse durante los cuarenta y siete años de noviazgo. “¿Hijos?”, responde tímidamente Macarena ante la curiosidad de este reportero. “Cuando Dios nos los mande. No vamos a tomar ningún tipo de medida, nos encantan los niños”, aclara Pipe con un toque de picardía en la mirada…



Como bien saben ustedes, mis queridos lectores, hay cosas que es conveniente no dejar pasar con la excusa del hay tiempo para ello. Esta máxima es aplicable a la hora de afrontar misiones tan dispares como la de confirmar el borrador de la declaración de la renta o como la de asegurarse un puesto entre los cuatro primeros de la clasificación de la Liga. No afrontarlo en su momento supone con casi total certeza el llegar tarde y con mal recado a los objetivos. Da un poco igual que se supla la tardanza con la ilusión juvenil que rezumaban los otoñales protagonistas de nuestra historia de hoy, la consecuencia final es la misma, llegar demasiado tarde.

Llegaba el Atleti a Villareal con muchas menos posibilidades de acceder a Champions que las que nosotros, los aficionados, veíamos. Probablemente con las euforias y las transaminasas por las nubes tras el título europeo, habíamos llegado a creer con certeza en la hombrada del Sporting en los dominios del jeque, ya ven, confiando en Clemente, qué cosas. Ajenos a la creencia generalizada pero con ánimo de hacer los deberes salió el equipo al Madrigal con casi toda artillería, faltaba solamente Arda por sanción, lo que hace a uno plantearse cómo está la justicia deportiva si se sanciona a Turan a pesar de la pinta de tío simpático y cachondo que tiene. Enfrente, un Villareal atenazado, un manojo de nervios frescos: “¿Tiene nervios del día?”, “Sí, recién traídos de Villareal. Mire que nervios, mire...”, “Póngame cuarto y mitad, entonces”.

Dominaba el Atleti los primeros compases del partido sin parecer querer hacer demasiada pupa a los amarillos. Dominaba y la principal baza ofensiva era Salvio, lo que normalmente es un mal síntoma. Desaparecidos Adrián y Falcao en la circulación del balón, quedaba el ataque a merced de los atropellados regates del cargado cervicalmente extremo argentino y a las pinturerías de Diego, siempre cercano a hacer algo brillante, pero haciéndolo menos veces de las que debería. Llegaba el Atleti pero poco, capeaba su ansiedad a bocanadas el Villareal, mantenía el empate el Gijón en la Rosaleda y Marchena impartía una clinic sobre cómo no saber retirarse del fútbol a tiempo. Entre todo este maremágnum de cosas, se nos fue la primera parte sin un tiro a puerta y con la sensación de que se estaba haciendo tarde para que pasara algo.

Salió el Atleti a afrontar la reanudación algo más enchufado, o tal vez fuera el Villareal el que se agazapó aún más. Curioso lo del equipo en las segundas partes, normalmente siempre más entonado. Uno imagina cómo deben de ser las charlas al descanso de Simeone y ciertamente pagaría por poder estar presente en alguna, la verdad. Poco duró la esperanza, los transistores trajeron la noticia de un gol del Málaga que pintó de baldío cualquier esfuerzo. Aún así, el equipo fue a por el partido como debiera haber hecho muchas otras veces, aunque fuera demasiado tarde. Salió Koke y el equipo mejoró como es costumbre, puso Cholo defensa de tres con Tiago de central, un invento al que se le pudiera sacar rendimiento en el futuro y finalmente Falcao, siempre Falcao, saltó más que nadie para certificar el dominio y las ocasiones en el marcador y desatar la tragedia azulejera. Demasiado tarde para casi todos.

Se nos va la Liga y nos hemos quedado en el quinto puesto. En un quinto puesto que es el máximo del equipo en esta competición barata y devaluada. Los árboles del título europeo no deberían ser suficientes para tapar un nuevo fiasco en una competición doméstica en la que se tiró casi una vuelta entera por haber tomado mal y tarde la decisión de dar un giro a un proyecto que salió malo, como casi todos. Nos hemos hartado de hablar de las plantillas cortas, del equipo descompensado, de los puntos que se escaparon de manera incomprensible o sonrojante y la sensación que queda es que incluso con eso, la tercera plaza debería haber sido una obligación accesible. A uno se le remueven todas esas cosas por dentro y se acaba preguntando si la gerencia tendrá el mismo sentimiento. Uno piensa que no, decididamente. Si el equipo hubiera entrado en Champions, hubiera perdido fuerza la coartada de la no sostenibilidad de una plantilla insostenible por no ser de nuestra propiedad. Ya sé que se hubieran encontrado otras, como siempre se hace: que si Hacienda, que si los jugadores son unos mercenarios de tomo y lomo o que si la abuela, a su edad, ha sido sorprendida encendiéndose un celtas sin filtro en el tendedero. Pasaremos un verano de entradas y salidas y volveremos en agosto a no reconocer casi a los que visten la rojiblanca. Seguirá en el ambiente esa sensación de que ya es demasiado tarde para casi todo. Probablemente lo sea…

Necrológicas:

Don Felipe Martínez de Alubias y Ostolaza falleció ayer en el complejo vacacional Amanecer Incontinente situado en la localidad alicantina de Benidorm. Las primeras informaciones hablan de una sobredosis de medicación favorecedora del tránsito circulatorio en zonas de poco riego. Al cierre de estas líneas, el juez de instrucción está a la espera del análisis toxicológico de las miríadas de pastillas azules encontradas en la cómoda aneja al tálamo nupcial que compartían Don Felipe y Doña Macarena, que enviuda a los tres días de ser desposada, para determinar la causa del óbito y para proceder al levantamiento del cadáver, aunque sea en parihuelas.

viernes, 11 de mayo de 2012

La belleza de llevar la contraria


A uno, como a muchos de los personajes que les presento en esta, su casa, a la hora de hacer las desmadejadas crónicas de los partidos de nuestro Atleti, le gusta ir por la vida jugando a la contra. Que me dicen ustedes que el último disco de esa cantante regordeta es el cenit de la música contemporánea y mestiza, pues servidor mirará para otro lado intentando revisitar una cassette con los grandes éxitos a capela de Manolo Escobar. Que en la cola de la pescadería ese señor con gorra de mayoral de ganadería brava reivindica al intérprete de “Mi carro” como alfa y omega del arreglismo rumbero cañí, allí estará este que suscribe para tildarle de retrógrado y de desahogado auditivo. Me gusta llevar la contraria. Es más, me encanta defender con sangre una postura y más tarde la contraria en otros foros. No crean que es por ser víctima de algún trauma infantil sobrevenido por creer que a un niño que vivía en un puerto italiano, al pie de las montañas, su madre le dejó con un mono como canguro sin que actuaran de oficio los servicios sociales, no. Pudiera ser cabezonería o simplemente ganas de tocar las narices al personal.  

Estas ganas de llevar la contraria me han llevado a intentar escribir sobre el partido del miércoles tomando distancia. Dejando reposar unas emociones demasiado alteradas en las últimas horas. Bien podría haberles obligado a tragar una crónica llena de signos de admiración y de epítetos inflados de superlatividad, pero no, casi prefiero fijarme en el poso que queda ahora que empezamos a recuperar la voz, ahora que nos duele menos el lomo por las vehementes palmadas en la espalda, ahora que se difuminan los abrazos recibidos y que la cabeza vuelve a estar en su sitio tras pasar por la correspondiente resaca eufórica. Justo ahora, en este momento, es cuando me da por contarles cosas, aunque sea para llevar la contraria.

Somos los aficionados del Atleti gente que por definición llevamos la contraria. No es fácil declararse seguidor de nuestro equipo en los tiempos que corren, pero aún así, tenemos la certeza de haber elegido el mejor y más bonito camino sin dejarnos llevar por la corriente de los que eligen caminos más fáciles. Solo así se entiende la fidelidad y el amor a unos colores maltratados sistemáticamente desde fuera y, lo que es más grave, desde dentro. Solo así se entiende el disfrutar el doble de lo que disfrutan otros. Solo así se entiende que la grada no se arranque con palmas de tango en las ocasiones en las que aparece un equipo manso y flojo de remos y que no se viva en un constante giro del cuello hacia la presidencia para mostrar la sentida división de opiniones, esto es, cagarse unos en sus madres y cagarse otros en sus padres, con el único ánimo de llevar la contraria, nada más.

Se presentó el Atleti en Bucarest con ganas de llevar la contraria. Con ganas de oponerse a una, a veces sutil y a veces descarada, corriente de simpatía hacia el rival. Hablaban los analistas a los que invitan casi siempre en mesones de la calle Infanta Mercedes de lo buenos que eran los muchachos de Bilbao, de lo que corren y de lo bien aleccionados que los tiene Bielsa, ese entrenador admirable pero con pinta de bibliotecaria. Casi no se glosaba nada sobre el Atleti, que se presentaba como víctima propiciatoria para casas de apuestas y videntes que leen los posos del café torrefacto. Salió el Atleti a morder, presionando arriba. Se ganó el primer balón por alto a un Llorente desesperado y se creó el primer peligro en una invención con caño incluido de esas que han hecho que Arda sea de nuestros favoritos. Así, como si fuera un partido cualquiera y no una final de desgaste como lo suelen ser casi todas, Falcao soltó un latigazo inesperado y genial que nos puso por delante para llevar la contraria, ¡ea!

Acusaron los vizcaínos tan temprano mazazo y andaba el Atleti por el campo sonriente, con ganas de tocar las narices. Seguía la presión, la sensación de peligro cuando los nuestros olían sangre y la seguridad en lo que se hacía aunque esto fuera poco poético: victoria en los choques, patadón cuando era necesario y oficio a raudales. No quería el Atleti la posesión, tal vez para llevar la contraria a los que opinan que el fútbol moderno siempre debe discurrir por esa vía. Se encontraba cómodamente agazapado como lo ha estado tantas veces nuestro equipo. Como lo estuvo con Luis, como lo estuvo con Ivic y García Traid. Como cuando Manolo se hinchaba a meter goles culminando contragolpes eléctricos. Sin despreciar el balón pero sin amasarlo. Llevando la contraria a los que miran más el dato del reparto de la posesión que a los que miramos una idea. Seguían mordiendo los nuestros, eso sí, y fruto de esa voracidad llegó un segundo gol que pudiera calificarse de colectivo en el esfuerzo y de brillante en la ejecución del colombiano, empeñado en la noche rumana en llevar la contraria a los alguna vez hablaron sobre su torpeza con el balón en los pies.



Con el rival sonado y el resultado encarrilado, la emoción que envolvía la cita nos dio una tregua para que pudiéramos fijarnos en otros aspectos. En el desempeño de algunos de los nuestros de los que más hemos dudado: en un Mario Suárez que dejó entrever una jerarquía ignota para nosotros: “¿Ese es Mario Suárez?”, “Pues parece Matthaus en alguna arrancada”, se oía con incredulidad en bares y casas de comidas; en unos centrales imperiales que no dejaron resquicio alguno para la reacción ni para el sueño enemigo; en un Courtois seguro y solvente en el juego aéreo, uno de los peligros que la noche traía bajo la capa; en un Gabi que no solo aplico pulmones, como de costumbre, sino también cabeza y empeine. Todos ellos lo bordaron con cenefa y hasta con punto de cruz, todos lo hicieron así probablemente para llevar la contraria a los que temían.

Discurría el partido sin demasiados sobresaltos, más cercano a una goleada que a una posible reacción, cuando la afición reparó en que también los peones más ofensivos de nuestra escuadra andaban con ganas de contradecir. Contenidos en la subida y firmes atrás Filipe y Juanfran, sacrificados y comprometidos Diego, Arda y Adrián, dando brillantez al sudor y hasta a la sangre con la que el turco regó el césped. Por encima de todos, Falcao. Los niños de ambos lados de la ría soñarán a partir del miércoles con el colombiano con más aprensión que con la que sueñan con el hombre del saco. También soñarán Iraizoz y Amorebieta, no crean. Dio Falcao un recital de desmarque, aguante y remate. Dio una clase magistral de la asignatura troncal “Cómo ser un delantero centro” y justificó esa preferencia nuestra por los tigres sobre los leones a la hora de ser campeones que arrastramos desde tiempos de Torrebruno.

Finalizó el partido con Diego brindando un gol en el que mezcló a partes iguales pinturería y potencia. Estallaron los gritos. Se fundieron los atléticos en abrazos. Saltaron lágrimas y hasta algunos se quedaron clavados en los asientos, vacíos y yermos tras la acumulación de sensaciones. Quedó Simeone, el artífice del milagro, casi de la misma manera. Quieto. En segundo plano. Tal vez para llevar la contraria a los que le acusan de excesiva vehemencia en la celebración y la arenga. Tal vez para contradecir a los que vaticinábamos esa pizca de tribunerismo que tuvo de jugador y que no ha mostrado en su irreprochable etapa como técnico. Gracias Cholo. Por tus contradicciones y por tus ganas de llevar la contraria. Gracias de corazón. 

Llegaron las fotos, las canciones recurrentes, las banderas ceñidas a la cintura y las bufandas interpretando el papel de cachirulo baturro. Llegaron los mensajes en manada. Llegaron los besos. Los guiños de ojo que anunciaban noche larga y cariñosa con ánimo de llevar la contraria a la planificación familiar. Llegó todo eso y nuestra razón se empeño en llevar la contraria a nuestro corazón y a nuestras emociones. Se empeñó en recordarnos que no debemos coger demasiado cariño a los actores de la función de ayer que no hacían más que contestar inoportunas pero comprensibles preguntas sobre si Fulanito se quedará o se irá. Nos llenamos de felicidad contradictoria y henchida de este sí pero no en el que vivimos. Neptuno se llenó de almas y de algún desalmado. El desalmado abandonó por la puerta falsa, como es su costumbre, el lugar de los hechos. Nos dimos cuenta de que no habíamos sufrido, para llevar la contraria a los que así piensan desconocedores de la historia del equipo. Nos empapamos de dulzura con esos pequeños toques agrios acostumbrados. Sumidos en la eterna contradicción. En llevar la contraria. En esa belleza que percibimos en hacerlo ¡Bendita manera de llevar la contraria la nuestra!

miércoles, 9 de mayo de 2012

En días como estos


En días como estos, nos despertamos bastante antes de que la alarma rompa el silencio del amanecer y damos alguna que otra vuelta de más en la cama mientras nos entregamos a cavilaciones varias. Previsores, nos tomamos el café sin mojar nada, no vaya a ser que nuestros estómagos no admitan acompañantes para esos tibios aleteos de mariposa con el que nos hemos encontrado de buena mañana. Somos conscientes de que esos tímidos movimientos de alas dejarán paso al desfile del día de las fuerzas armadas de las mariposas estomacales a medida que las horas pasen y no queremos tentar suertes. En días como estos, solemos no pensar demasiado delante del armario y siempre elegimos con convencimiento una corbata, una camisa o una blusa en tonos rojo y blanco con las que afrontar el día y sentirnos más seguros.

En días como estos, posponemos decisiones sobre qué línea de producto es la que se potenciará de cara a la campaña de otoño de la empresa porque tenemos la cabeza en otras cosas. Miramos el reloj más veces de la cuenta y reparamos en que el tiempo pasa unas veces rápido y otras exasperantemente despacio mientras hacemos cálculos mentales para saber en cada momento cuánto falta para la hora del partido. Nos cruzamos con Sacristán, el del departamento de facturación, e intercambiamos una mirada cómplice al reconocer en él los mismos nervios y una parecida corbata en tonos rojiblancos. Vamos al baño más veces de las habituales, volvemos a mirar al reloj y nos vamos a comer casi sin hambre. En días como estos, pedimos una ensalada y algo a la plancha para no provocar al tercer batallón de infantería de mariposas desplegadas en las inmediaciones de nuestro píloro y nos vamos deprisa a nuestro cubículo para contestar tranquilamente el mensaje de ese primo nuestro que viaja desde Bucarest recordando al abuelo del Atleti.

– El jefe quiere verte –anuncia una secretaria eficiente cuando ya nos disponemos a salir.

– Dile que me he marchado, Sofía. En días como estos no puedo entretenerme  –contestamos a la vez que ganamos a la carrera el pasillo que dirige a los ascensores.



En días como estos, los atascos nos parecen más densos que de costumbre y nos sorprendemos a nosotros mismos silbando reiterativamente el himno del equipo con la mano posada en la palanca de cambios. Aparcamos casi de oídas y subimos los escalones de dos en dos. El perro nos mira extrañado por la rapidez del paseo y por ese sonido de cornetas tocando a rebato mariposil que proviene de nuestra barriga. Los niños meriendan antes y hasta Alba, ese terremoto con coletas y mirada azul océano templado, se sienta en el sillón de manera inusualmente formal. En días como estos, revolvemos buscando la camiseta de las grandes ocasiones, sí, esa que está ajada y huele a naftalina y nos justificamos explicando que esa zamarra, a pesar de su desgaste, fue una segunda piel testigo del gol de Futre que agujereó la escuadra de la portería enemiga y del mordido remate de un uruguayo que traspasó la línea de gol empujado por los latidos de miles de corazones. Volvemos a mirar el reloj, ya queda menos de una hora.

En días como estos, las contrariedades que surgen por las rarezas en las alineaciones duran menos. Estamos dispuestos incluso a no ahondar en la perplejidad que deben sentir los aficionados de otros países al ver que el equipo actual se parece lo que un huevo a una castaña al que salió victorioso hace nada, como quien dice. Aparcamos por un rato las filias y las fobias. Dejamos a un lado las miserias momentáneamente, sin olvidarlas por supuesto, pero declarándolas en una cuarentena de dos horas menos cuarto de duración. Rellenamos de nuevo el contenido del vaso de tubo y notamos emocionados cómo en nuestro estómago desfila a paso ligero un tercio de la legión de mariposas de Ceuta, con su cabra y todo. Miramos el reloj de nuevo, solo quedan cinco minutos. En días como estos esperamos que Dios reparta suerte y que la reparta entre nosotros ya que se pone…

¡Forza Atleti!

lunes, 7 de mayo de 2012

Ultima sesión del ciclo ordinario


Nueva entrega actualizada del acta del diario de sesiones del representativo senado atlético que se nos presentó en las entradas Extracto del diario de sesiones y Diario de sesiones

Acta de la última sesión ordinaria de la temporada 2011-2012 celebrada por el Senado Atlético representativo y autóctono del Bar Casa Maxi.

19:02 horas: Se inicia la sesión del senado atlético dos horas antes del comienzo del partido como rezan las buenas costumbres, sin detenerse a analizar si en días lluviosos como el que ocupa se debiera mostrar más relajamiento en los horarios. Preside la misma el actual arrendatario del local, Don Maximiliano Autillos, y modera y pontifica Don Santos Tenderete en su condición de parroquiano más veterano al ocupar el mismo taburete en el local desde hace veintitrés años sin importar las diferentes denominaciones que ha atesorado el mismo.

Asistentes:

Don Maximiliano Autillos
Don Santos Tenderete
Doña Adelaida Minucias
Don Epifanio López de Pantorrillas y Rocamora
Don Arístides Ventolera 

Asiste como invitada Doña Georghina Lucalescu, empleada doméstica en la señorial mansión de Don Epifanio López de Pantorrillas y Rocamora, no por su condición de encomiable creadora de un cocido madrileño que firmaría una vecina de la calle Mesón de Paredes, sino por su naturaleza de nacida en Bucarest, destino éste muy en boga en cuanto al turismo atlético se refiere.

Orden del día:


  • Doña Georghina Lucalescu abre la sesión haciendo una presentación titulada “Tesoros de Bucarest” en formato diapositiva panorámica. En ella desgrana las bellezas de la capital rumana haciendo especial hincapié en dónde comer, dónde pacer y dónde comprar souvenires conmemorativos. Al llegar al apartado de ruegos y preguntas, la concurrencia decide obviar las cuestiones de Don Santos Tenderete sobre boites recomendables donde mover el esqueleto si se tercia. Consta en acta la protesta de susodicho senador ante la no respuesta de la ponente y ante la imposibilidad de constatar si en Bucarest podrá asistir a algún tipo de espectáculo arrevistado de esos que tanto le gustan.


  • Los miembros del senado entregan un comunicado conjunto de repulsa por los recortes que se están produciendo en su sede social como consecuencia de la crisis hostelera. El presidente acusa recibo del escrito sin entrar a dirimir si las tapas que acompañan las consumiciones de los parroquianos han sufrido tanta merma como aseguran sus señorías. Queda pendiente de revisión un informe pericial presentado por la señora Minucias en el que expone sus dudas sobre la procedencia de los tropezones de carne que se encuentran diseminados en la masa de croquetas, habida cuenta del empeoramiento sistemático que se produce en su alergia a los gatos cada vez que consume una de ellas. Asimismo, los asistentes juran y perjuran que el otrora glorioso clarete de tierras de Aranda de Duero que se servía por copas, ha pasado de ser clarete a ser transparente. Se acuerda crear una comisión de investigación para ahondar en la problemática del posible bautizo al que Don Maximiliano Autillos somete a los caldos de la uva de manera poco sacramental.


  • En lo tocante a la situación del equipo y dados los últimos resultados obtenidos, sus señorías abogan por la rotación salvaje en el encuentro a celebrarse en breves instantes de cara a sembrar frescura en tierras de la Sra. Lucalescu, no sin antes lamentarse de que se tenga que recurrir a estas economías de fondo físico por tener ya poco en juego más que la acostumbrada pedrea liguera. Se acuerda por mayoría la definición del partido de hoy como encuentro de transición contando con el único voto en contra del Sr. López de Pantorrillas y Rocamora al que los partidos contra el malacitano y ahora califal equipo emocionan bastante al recordar sus veraneos en Estepona cuando era mozo.


Sin más particulares que tratar, la sesión se levanta, como de costumbre, un cuarto de hora antes del inicio del partido pero, de manera sorprendente, se vuelve a acostar la muy perezosaal ver la concurrencia de qué manera jarrea en la vía pública. Los integrantes del senado deciden seguir el encuentro a través de la pequeña pantalla sin moverse del hemiciclo aduciendo problemas reumáticos, catarros mal curados y hasta la no desdeñable posibilidad de que se les rice el pelo tras varias sesiones de alisado japonés, todo por la que está cayendo. En el último momento Don Arístides Ventolera abandona el local con destino al estadio saliendo a la intemperie casi a pecho descubierto tras asegurar que prefiere una pulmonía a tener que aguantar los comentarios de las cadenas que ofrecen partidos en abierto lo que se secunda por todos los asistentes de palabra pero no de obra, que llueve mucho.

Animada por los presentes, con la venia del Sr. López de Pantorrillas y Rocamora y con la reticencia del Sr. Autillos, la Sra. Lucalescu obtiene permiso para invadir la cocina del local de cara ejecutar uno de sus tan glosados platos, las manitas de cerdo al estilo de los Cárpatos, sobre las que se dictará sentencia al final de esta sesión.



Disposiciones finales:


  • Este senado valora muy positivamente la reacción del equipo tras el descanso pero lamenta profundamente haberse tenido que chupar una primera parte de esas que son marca de la casa, ésas más vulgarmente conocidas como “para mear y no echar gota”, a pesar de que la comparación no le parece afortunada al Sr. Ventolera, que a la vuelta del campo se ha instalado con ánimo de mitigar la tiritera al lado de la estufa del local arrebujado en una manta zamorana plagada de ácaros que el Sr. Autillos ha tenido a bien rescatar del almacén de stock alimentario.


  • Sus señorías acuerdan unánimemente hacer mención especial en el partido de hoy el desempeño de Koke, responsable de que escampara el temporal en lo futbolístico y hasta en lo climatológico, pero sin cebarse en analizar que la recuperación del equipo se pudiera atribuir a la no presencia sobre el tapete de Mario Suárez, jugador que es incluso comparado en su blandura con la consistencia del pan envuelto en papel de aluminio un par de días.


  • La cámara decide también otorgar sonora ovación con saludos y cariñoso agradecimiento por los servicios prestados a Don Luis Amaranto Perea y Don Antonio López, no sin antes reflexionar sobre lo fácilmente que la gerencia se desprende de los jugadores veteranos sin atender a cuestiones emotivas y sobre lo efímeras que son las capitanías en nuestro equipo, aspectos que deberían ser cuidados de cara a taponar la hemorragia de identidad que asola la entidad desde que la inefable familia se hiciera con sus riendas al despiste y sin soltar un duro. 


  • A petición de la Sra. Minucias, consta en acta que la cámara conviene en que es mejor afrontar la cita de Bucarest tras victoria por cosas modernas como las dinámicas de grupo y la reafirmación de la psique colectiva, pero que por muchas modernidades con las que se adorne, no hay manera mejor de describir la manera de encarar ciertos eventos que con la frase de Don Luis Aragonés, Sabio de Hortaleza y merecedor de al menos un ducado o señorío a juicio de los asistentes: “Ganar, ganar y ganar”.


  • Dado el carácter supersticioso de los miembros de este senado, nadie querría calificar la temporada antes de la celebración del partido en la ciudad natal de la Sra. Lucalescu, más Don Santos Tenderete, con ese gracejo que le caracteriza, la resume como desastrosa independientemente de lo que acaezca. Desastrosa, pero contenta en caso de victoria y desastrosa, pero jodida en caso de lo que no se quiere ni mencionar.


  • Como último tema del día, y de cara a no dejar que el verano adobe rencores que se enconen para la próxima temporada, los miembros del senado deciden retirar el comunicado de repulsa sobre la merma en las calidades de las viandas ofertadas por el Sr. Autillos, lo que sirve para que éste desfrunza un poco el ceño con el que ha presidido los actos durante toda la noche y se anime a invitar a una ronda de clarete sin cristianar. Asimismo, las señoras y señores senadores con la excepción del Sr. Ventoleras, al que todavía castañetean los dientes profusamente para dedicarse a otros menesteres, degustan las manitas preparadas por la Sra. Lucalescu con emoción y hasta se escapa alguna que otra lagrimita atribuible a textura y ligazón de la salsa con base de tomate que las acompaña.


Sin más temas que tratar, con el paladar rememorando los matices del milagro culinario presenciado y con el alma en paz por haber limado las asperezas con el señor presidente y anfitrión de las sesiones, se levanta la sesión hasta que la próxima temporada asome la patita.


Como siempre suele pasar cuando el último partido de temporada en el Calderón yace de cuerpo presente, los miembros del senado se reúnen en la puerta del bar sin demasiadas ganas de marcharse. No quieren separarse de los suyos sabiendo que por delante se desplegará un verano largo sin fútbol de los de rojo y blanco. Sí, hay Eurocopa y hasta olimpiadas, pero no es lo mismo. No, no lo es  ni de lejos. Esas otras citas te ocupan y te emocionan  en su justa medida, sí, pero hay un algo que tienen los partidos de los nuestros que no tienen otros sucedáneos. Hablan de naderías para demorar la despedida: que si qué callado tenía Epifanio lo de cómo cocinaba la rumana, que si el clarete de la última ronda parecía que tampoco iba a ir al limbo, ya saben ustedes, de sus cosas. En otras circunstancias, se despedirían hasta el próximo Villa de Madrid, pero hasta esa posibilidad de emplazamiento temporal nos han arrebatado. Finalmente, la fría y húmeda noche aconseja una retirada digna y cada cual se dirige a donde pertenece. Bueno, cada cual no. Santos Tenderete no enfila el camino del Puente de Toledo para ir a casa, se acerca a un Calderón apagado y silencioso y da una vuelta alrededor del coliseo rojiblanco pasando la mano de vez en cuando por sus paredes como intentando buscar consuelo a la distancia que el fin de la temporada va a abrir entre ellos. Queda triste, como cada año, pero esta vez tiene dos cosas que le reconfortan algo, una final a tres días vista y el sabor que perdura de una salsa para manitas hecha con una base de tomate…

jueves, 3 de mayo de 2012

Estrenos de cartelera


Llega esta semana a nuestra cartelera tras su exitoso paso por el festival internacional de cine de Bollullos, la coproducción anglo-franco-hebreo-fineso-hispánica “La larga cuerda del garbanzo”, ópera prima del director norcoreano descendiente de manchegos Kim Fernando Park Perniles. El largometraje, ambientado en una ciudad cualquiera de Uzbekistán que en ningún momento se nos revela para no llegar a tomar partido, refleja un retrato poliédrico de la sociedad actual tomando como piedra de toque la vida de Valeri, un preadolescente con exceso de acné de origen sebáceo al que diagnostican una incontinencia intestinal severa que le obliga a pasar veintitrés de las veinticuatro horas del día sentado en la taza del váter. Poco a poco, la vida de la familia y las sutiles relaciones que se entretejen con sus iguales irán tomando como punto de referencia alrededor del cual rotar ese sanitario del que el pequeño Valeri se encuentra preso. Desde allí, el director nos propone asistir como mudos espectadores no solo al constante último paso del proceso digestivo del joven protagonista, sino a un progresivo avance hacia la madurez de los personajes. Kim Fernando huye de la compasión que pudiera producir la dura vida del chaval para mostrar con crudeza la adaptación de lo extraordinario para convertirse en rutina y nos fuerza a mirar a través de un caleidoscopio salvaje que dibuja la futilidad del ser humano en su lucha por evitar la derrota sobre las ganas de obrar aguas mayores.

La apuesta es arriesgada, sí, pero lícita. No es de fácil digestión la propuesta del director (en contraposición a la capacidad del personaje central de la trama), asistir como testigos mudos a un desfile lleno de maestría en el que las existencias se enmarcan a contrapelo siempre con el rollo de papel higiénico como inquietante dictador. Nos vemos sumergidos durante tres horas y cincuenta minutos en el universo íntimo, estomacal y estremecedoramente personal del novel Park Perniles y nos ofrece su oxígeno creativo como asidero de emergencia. Contribuye a ello de manera determinante una fotografía oscura y densa que nos transporta al centro mismo de la acción en un juego de luces, sombras y hasta incluso de aromas cenagosos.

El retrato se completa con un extraordinario pero contenido ejercicio interpretativo del elenco de actores, destacando sobremanera la interpretación del protagonista, Feodor Von Tanero, veterano actor centroeuropeo de películas de culto que se mete en la piel del pequeño Valeri soportando largas horas de maquillaje y cucharadas de aceite de ricino para dar más veracidad a las escenas de acción. Digna de mención también la fresca aparición de la siempre bella Roxana Turuleta dando vida al primer amor de Valeri y bordando escenas de alto contenido emocional como la de esa primera cita que no se trunca a pesar de que su partenaire mantenga en todo momento los pantalones a la altura de los tobillos.

No es “La larga cuerda del garbanzo” película dada a la palomita pero asegura un buen rato de introspección no solo emocional sino también esofágica. Recomendamos encarecidamente aguantar hasta el final del metraje para descubrir la inesperada apoteosis final que Park Perniles nos tiene preparada. Excelente debut de un director al que habrá que seguir con casi veneración tras haber compartido con nosotros este honesto ejercicio de realismo digestivo. Yo que ustedes no me la perdería….



….total, un coñazo. Lo mismito que el partido del Atleti de ayer.
Tal vez podríamos hablar de la insustancialidad de las ventajas que se cobra nuestro equipo y de cómo lo efímero se vuelve eterno si hablamos de lo largos que parecen los minutos de descuento. Podríamos glosar el catálogo de naderías que soportamos durante el partido o describir un gol aislado para utilizarlo como salvavidas insuficiente. Podríamos seguir echando cuentas, haciendo pruebas del nueve y pensar que se puede llegar a donde nunca se ha llegado a lo largo de toda la temporada. Podríamos echar la culpa a Juanfran o casi mejor al portero que como no es nuestro parece que nos duele menos. Podríamos hablar de mala suerte endémica, de confabulación de astros o de árbitros de gatillo fácil con las segundas amarillas. Pero, ¿alguno de ustedes cree firmemente en que se merezca estar en Champions? ¿Hay alguien que opine que fuera de la mediocridad de esta liga diseñada para dos se han acumulado méritos para ello?

Disculpen mi ateísmo balompédico, pero esta película ya la hemos visto tantas veces que solamente es capaz de provocar el mismo efecto que cada comida en el pequeño Valeri…