lunes, 31 de octubre de 2011

Sobre pruebas a pasar, por si acasos y minutos musicales

–…y este es mi padre. Papá este es el chico del que te he hablado, Jesús José –dijo solícita la tardía adolescente omitiendo el menos formal Chuche por el que era conocido su noviete, que para la ocasión había aplacado su rebelde peinado a base de laca y nervios.

– Ah…hola –acertó a despegar los labios el cabeza de familia ante la mirada asesina de su señora esposa.

– Encantado, señor –se adelantó al artista anteriormente conocido como Chuche para estrechar la mano de su suegro mientras inconscientemente doblaba la bisagra lumbar en señal de respeto.

– Sí, sí…–añadió con desgana Don Genaro–, ¿y cómo has conocido a mi hija?

– Somos compañeros de clase en Estadística dos, la única troncal que compartimos. Yo he elegido la opción de las humanidades, no como Lorena que es de la rama tecnológica.

– Sé perfectamente qué rama estudia mi hija, chaval –dijo secamente el padre de la criatura–. ¿Humanidades? O sea, que eres hippie, librepensador o ambas cosas a la vez.

– ¡Papáaaaa!

– Lorena, cariño, a ver si en mi casa no voy a poder decir lo que me salga de las narices –se defendió Don Genaro contenidamente. Sin utilizar otras partes de su anatomía que se ajustaban más a la situación. Partes pares, para más señas.

La madre se materializó en la salita dando fin al momento de tensión por obra y gracia de unos taquitos de queso semicurado y una punta de lomo embuchado.

– Genaro, ayúdame con las bebidas, anda, no seas tan gruñón ­–conminó la anfitriona aliñando la frase con otra de esas miradas capaces de fundir aleaciones pobres en titanio.

– Voy….Jesús José, ¿qué te traigo para beber? –preguntó zanjando otras cuestiones.

– Una cerveza, si no es mucha molestia –respondió un poco demasiado rápido el opositor a ser aceptado ante las miradas alarmadas de madre e hija.

– Mejor te voy a traer un trinaranjus, que me parece que no tienes edad para beber –terció Don Genaro adoptando la misma mirada torva y la misma media sonrisa de quien se sabe ganador del asalto tras haber hecho caer en su trampa al contrincante.



Manzano se enfrentaba ayer a una prueba con el mismo grado de tensión de a la que se enfrentó nuestro amigo Chuche. Eso sí, sin esos aliados femeninos de los que dispuso nuestro galán de patio de instituto. Manzano se presentaba sin tener ninguno. Una afición que ya le ha tarareado la tonada recurrente para que se vaya, una directiva que asume con naturalidad la rápida combustión del primer cortafuegos que han dispuesto para esta temporada, unos jugadores que, dicen, no creen en su discurso monocorde ni en sus rotaciones esquizoides. Goyo llegó a primera hora de la tarde con varias cajas de cartón de esas que utilizan los americanos cuando dejan un empleo, ésas que siempre terminan coronadas por una foto de familia con perro de cara bonachona. Lo hizo por si acaso. Lo hizo por si volvía a salir el mismo equipo que en las últimas jornadas. Giró la llave de paso del agua de su despacho, apagó las regletas de seis enchufes y bajó el termostato de la calefacción al mínimo. Dispuso también al lado del banquillo una bolsa con una botella de agua fresca, una bolsa de patatas de cuya fecha de apertura no quiso acordarse y unos briks de zumo de marca blanca, lo que casi todos aprovisionamos cuando de irse de viaje se trata. Todo por si acaso. Dejó a Reyes en la grada que es algo que también le pedía el cuerpo antes de marcharse y se preparó para el chaparrón.

Entró el Atleti a empellones en el partido. Sin pasar apuros pero sin un dominio creador de ocasiones sostenido. Parece ésa una característica del equipo. El equipo posee una continua discontinuidad, tal vez por depender en exceso de Arda y Diego, jugadores de innegable clase y de evidente intermitencia. Seguíamos a base de impulsos cuando Arda puso un balón en el área medio blandito que Adrián cabeceó con saña a la red. Adrián, la llave ayer.



Adrián llegó al equipo casi pidiendo perdón por no tener gol y no haber dejado comisiones  en su incorporación, aspecto mucho más grave el segundo para la gerencia regente. Adrián fue el más destacado de los rojiblancos en esas travesías veraniegas por las previas europeas pero se vio tapado cuando empezó lo mollar por un delantero estrella y por un planteamiento rácano de un entrenador no dispuesto a dar cancha a dos delanteros. Aún así, cada vez que ha salido ha demostrado que es uno de los que más claro lee los partidos de todos los llegados. Cuando el equipo se obceca por el centro, ofrece desahogo en banda. Cuando las líneas contrarias se cierran, busca el espacio con inteligencia, tal y como hizo en el tercer gol, reculando hasta el punto de penalti para ejecutar una buena jugada de Filipe (al fin). Si hubiera sido Adrián el que fuera a conocer a los padres de su novia, éstos de entrada hubieran podido alegar que parece excesivamente calladito y algo raro, pero hubiera llevado un ramo de flores para la suegra y una botella de vino resultón para el suegro, un hueso para el perro y un habano para el abuelo de su amada. Su manera de ser es esa, ofrece lo que se necesita en cada momento. En los partidos, también. Goyo hasta ahora no lo había visto del todo, probablemente por reservón y timorato. Esperemos que a partir de ahora no lo olvide. Si es que tiene más tiempo para no olvidar.

Entre medias, se consiguió un gol de estrategia al que no sabemos si achacarle brillantez en el movimiento o excesiva contemplación por parte de la defensa maña. Conocimos a Micael, ese cromo del que no conocíamos la cara que nos salió al comprar un delantero centro mediante leasing chanchullero. Aplaudimos a Perea por ser como es, uno de los nuestros a pesar de sus fallos. No nos acabaron de convencer de nuevo ni Gabi ni Mario Suárez. Así pasábamos la tarde sacando conclusiones más o menos acertadas cuando nos dimos cuenta de que teníamos hambre. Cosas del cambio de hora, seguro. Con tres a cero en el marcador y el partido resuelto se fue del campo una buena parte de la parroquia que había comido a la una y media y a los que el estómago estaba avisando con sonido de lavadora centrifugando. Anticiparon la salida con la promesa de un pincho de tortilla con cebolla en cualquier bar de los aledaños antes de coger el metro. No se perdieron mucho. O sí.

Se perdieron un obsequio de la defensa atlética que el Zaragoza convirtió en gol, pero sobre todo, se perdieron unos minutos de despropósito musical. Una parte de la grada, convertida para la ocasión en orquesta pachanguera, atacó un repertorio de temas manifiestamente cuestionable. Tras un prometedor inicio acordándose del Sabio de Hortaleza, tema muy aplaudido como el que siguió, una melodiosa invitación a Manzano para que coja la puerta, empezó a decaer el concierto. La elección del siguiente tema fue la guinda amarga, la bulliciosa coral empezó a acordarse con calidez del ínclito Sánchez Flores entre la división de opiniones del resto del respetable, dado que muchos nos acordamos de él, sí, pero también de la señora madre que lo parió folclóricamente. Finalmente, los bises nos trajeron un encendido recordatorio al verdadero culpable de todo lo malo que pasa en el club, tema este que recabó más aplausos e incluso algún mechero encendido. Parecía que el concierto se alargaría hasta el pitido final cuando una jugada brillante y pinturera de Adrián y Arda devolvió la atención al césped hasta el final del encuentro.

Gregorio abrió el despacho que creía nunca más abriría. Dejó la caja sobre el escritorio. Rescató la foto de la familia con perro bonachón y la dejó en su sitio, a la izquierda de la pantalla del ordenador. Giró el termostato a 21 grados y se sentó en el sillón de oficina aliviado. Finalmente, se había ganado al menos un partido más de continuidad. Gracias a una victoria de la que no se deben sacar demasiadas conclusiones. Una victoria engañosa tal vez, ante un adversario que no creyó demasiado en sí mismo. Falta saber si lo hecho ayer se mostraría suficiente ante rivales de más enjundia. Mientras tanto, la afición no deja de pensar si lo de ayer habrá sido un espejismo. No debería ponerlo fácil el seguidor atlético tras un inicio esperanzador que ha estado a punto de acabar en la cuneta de las ilusiones perdidas de tantas temporadas. Nos tendrán que ganar como Chuche a su futuro suegro. Lo de ayer es poco y también Manzano lo sabe. Por eso no deshizo la caja con sus pertenencias. Por si acaso.

4 comentarios:

  1. Hemos coincidido 100% en todo lo que se refiere al partido. Nada que apuntar, salvo en lo que atañe a los cánticos. Estos más todo el debate semanal ha sido muy duro, ha habido mucha tensión. La afición y no solo la grada está dividida. Todo esto deja en mí mucha preocupación y tristeza.

    Un abrazo.

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  2. Don Julio, ya le he dejado mi impresión en su casa (disculpe, pero no había tenido el placer de leer su crónica hasta ahora). Sí, llevamos unos últimos partidos en lo que vemos las cosas de manera muy parecida. Hecho que me congratula, la verdad.

    UN abrazo.

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  3. Manzano no va a poder deshacer la caja con sus enseres en toda la temporada, aunque supongo que eso ya lo sabía el día en que firmó...
    Efectivamente, buena noticia que por fin Filipe hiciera una buena jugada. Es increíble que no ponga un centro en condiciones... Pero hay tantas cosas peores de las que preocuparnos...

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  4. Filipe consiguió ayer que nos olvidáramos en el tercer gol de toda una tarde de centros que no llegaron al primer palo. Mire que estamos siendo pacientes con él, oiga.

    Lo de ir partido a partido se aplica perfectamente a la situación de Manzano, por lo de no deshacer la caja, vamos.

    UN saludo

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