jueves, 6 de octubre de 2011

"Ligus interruptus"

No me gustan estos parones auspiciados por la FIFA en medio de las competiciones domésticas. Me parecen incluso peores además cuando se producen recién empezadas ligas, copas y competiciones europeas. No son fechas para estos partidos de selecciones. Ahora son tiempos de pensar en si la tarjeta amarilla que te acaban de sacar te impedirá jugar el próximo domingo, no dos semanas después cuando el cardenal de la patada donada graciosamente ya ha desaparecido de la canilla del atacante. Me parecen el injerto de un peral en una mata de fresas. Me parecen una llamada a la hora de la siesta del domingo. Me parecen una interrupción impertinente. Un “ligus interruptus”, vamos.

Ahora que estamos así, en confianza y ya con el traje y el tacón quitado, les diré bajito que a mí estos partidos no me motivan. Me llaman más la atención, por irme a un extremo, las pachangas veraniegas del Atleti, ¿qué quieren que les diga? Y miren que los veranos para los que soñamos en rojo y blanco son casi de todo menos ilusionantes desde hace casi un cuarto de siglo, desde el secuestro que sufrimos por parte de apropiadores y cooperadores. Pues, aún así, me provocan un mayor cosquilleo esos partidos con olor a aftersun que los clasificatorios de la Roja. Y si el partido de nuestro equipo es de competición oficial, no les cuento. Llámenme poco patriota, llámenme nacionalista colchonero, llámenme al móvil por las mañanas y al fijo por las tardes, que atenderé debidamente. Pero es así, no puedo remediarlo.

No crean que no me alegro de los éxitos de la selección, ni mucho menos. El que suscribe fue el primero en salir a la terraza de un hotel del extranjero a sacudir a gritos la piel de gallina que le puso el gol de Iniesta hace un año y pico. Con tintes de pasodoble, no les digo más ¡Qué bien saben ciertas cosas fuera de España! Pero no me pidan que compare porque, para mí no es lo mismo. Si hubiera sido el gol de Torres, hubiera estado más cerca, por sentirlo como algo un poco más nuestro tal vez. Pero los goles que se le marcan a Armenia no los acabo de interiorizar de la misma manera que uno de Koke, aunque sea en semifallo y en flagrante fuera de juego. Son cosas que pasan.



Dejaré pasar estos días poniendo el punto muerto en la marcha que ya tenía engranada: la de hablar de rotaciones, de sistema más o menos simétricos, de si prefiero a Miranda o a Godín para acompañar a Domínguez o de si Turán y Adrián son estrechos de pecho o es que les han dado camisetas de la talla S. Me dedicaré a otras cosas. Asuntos que, en comparación, me parecen más interesantes a día de hoy. A mi juicio, quede claro. Pero es que a mí, hablando de comparaciones de gritos y sus decibelios, no hay gritos como los que proferí cuando marcaron Forlán o Pantic. Salieron de muy hondo. Es lo que hay.

2 comentarios:

  1. Buenas tardes D. Emilio.

    A mí me pasa como a usted, estas interrupciones intempestivas me disgustan y me distraen de lo importante, la evolución del enfermo. Y como que no me acostumbro oiga.

    También me alegro de los éxitos de la selección, pero últimamente tengo la sensación de que es un terreno reservado a unos pocos elegidos que van y juegan estén como estén, por lo que es un poco menos mía.

    En fin, me alegraré si D. Fernando juega (como parece que va a ser) y empieza a callar bocazas. ¡Qué país!

    Un saludo y que disfrute de su fin de semana.

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  2. Además de pedir disculpas por tardar tanto en la contestación, Don Alberto (cosas de los fines de semana rurales-campestres), debo añadir que me produce un hartazgo ya importante el enésimo episodio del plebiscito torrista y la caterva de buitres que le señalan y le comparan con ex jugadores.

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