viernes, 22 de octubre de 2010

Las hermanas

Las noches de competiciones europeas son frías, terminan de manera caliente si llegas lejos en alguna competición como el año pasado, pero generalmente son noches en las que, si hubiera un aparato de rayos X en los tornos del estadio, se verían pantalones de pijama debajo de los vaqueros y camisetas de damart con pelotillas a la altura del plexo solar debajo de la camisa Raflauren.
Para sumarse a este ambiente, vinieron también del frío unos señores noruegos muy simpáticos haciendo gala de la educación que se estila en los países nórdicos: hacen cola detrás de ti sin empujarte aunque estés protegiendo el  balón, no pegan una mala patada y paran el partido si una viejecita quiere cruzar la calle o el campo (suponiendo que Valera sea la viejecita del Atleti, que por velocidad no, pero por achaques…).
Los primeros 60 minutos de partido se podrían sintetizar en uno de los comentarios que mi queridísima esposa no dejó de verter durante ese periodo:
-Pues para ver esto, cambiamos y vemos Gran hermano 12.
Y miren ustedes que la cosa estaba para ver a la Milá y a esos mozos y mozas constantemente sin camiseta o escotadas (según sexo, que todavía existen este tipo de diferencias tal vez por el cese de Bibiana Aído), pero con la terquedad que le caracteriza a uno y las experiencias de finales de partido (no siempre positivas) vividas con este equipo desde que uno tiene uso de razón, me resistí. Sí, sí, me resistí bajo la promesa a mi consorte de que algo bueno tendría que pasar y el insignificante detalle de que a partir de hoy y durante tres meses tendré que bajar la basura, hacer la cena y tender la colada, que un hombre cuando se impone se debe imponer de verdad.
En esto que apareció en el campo el Kun en sustitución de Forlán y, ¡qué cambio! Nada más salir aprovechó un lío en área después de un contraataque que había iniciado él mismo con un robo, más tarde le dio en bandeja a Diego Costa el tercero y, entretanto dio más sensación de peligro que Bigas Luna en una bienal de cine sacro.
Hay algo aquí con nuestros chicos de la delantera que se nos debe escapar, Forlán vive desde un tiempo a esta parte enfurruñado y triste y, parece que tiene celos de Agüero. Algo de razón tiene porque, una vez se marchó Torres, la afición adoptó a Kun como su estandarte y casi le perdona todo, por ejemplo las mismas declaraciones en boca de uno y otro tienen diferente reacción por parte del respetable, pero eso no es óbice para que Diego se centre y sea el que siempre ha sido. Podríamos decir que Diego es esa chica adolescente a la que sus padres reprenden por ennoviarse con el Jonathan (que por cierto no es que robara aquella moto, es que le tiene manía su agente del centro de menores) a pesar de que ella saca todo notables y bienes en los últimos cursos de la ESO (sí, sí, otra víctima no me digan más), mientras que Kun es la otra hermana, la que desde pequeña quiso ser artista (hay que ver cómo imita a Marujita Díaz, si hasta le da la vuelta a los ojos casi) y todo lo que hace cae en gracia para sus padres.
Seguiremos ahondando en este tema pero de momento les dejo, que tengo que bajar la basura.

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