martes, 5 de octubre de 2010

El oriundo

Ante el parón de la liga por partidos internacionales, les traigo una historia que trata sobre fichajes, sobre los oriundos que poblaban la liga española hace unos años (algunos de los cuáles al preguntarles sobre de dónde eran sus antepasados españoles confesaban sin sonrojo que de Celta o de Osasuna) y tiene más de verdad de lo que ustedes se puedan imaginar.
-   Yo creo, Don Rufino, que a este le apañábamos dándole dos hostias y dejándole a la salida del pueblo –sentenció Serapio, a la sazón cabo de la Guardia Civil.
-   Serapio, qué bruto eres coño, que hace ya 10 años que estamos en democracia y no se pueden ir dando hostias a diestro y siniestro por la vida –terció Don Rufino, alcalde  pedáneo y presidente vitalicio del Deportivo Fuenteturbia, orgullo de su tierra.
El muchacho había sido sorprendido saltando al patio de Delfín para robarle una gallina y, tras recibir un estacazo en la cabeza a manos de la Eufrasia (esposa de Delfín para más señas) fue puesto a disposición de la justicia.
-   Tú no eres español, ¿no?
-   No licenciado, soy de Ecuador.
-   ¿Y qué coño ha venido a hacer uno de Ecuador a la Mancha?
-   Me desplazo de feria en feria para ganarme unas pesetas con estas bonitas pulseras étnicas que confecciono.
-   Ya estamos con mariconadas –apostilló Serapio-. ¿Y de eso vas a vivir?, ¿eso es lo que hacías en tu tierra?
-   No, señor general –dijo dirigiéndose a Serapio- yo en mi país era utillero del Barcelona de Guayaquil.
-   ¿Cómo? ¿Así que eres futbolista?
-   Bueno, futbolista, futbolista no soy, pero algún balón he tocado.
-   No se hable más -dijo Don Rufino-. Vas a pagar tu deuda con el pueblo jugando con nosotros.
-   Pero licenciado…
-   Ni peros, ni hostias –finalizó Serapio.
Don Rufino, que no había llegado ser autoridad máxima de la pedanía por casualidad, lo vio claro, por fin se presentaba ante él la posibilidad remontar el vuelo del equipo local, que había evitado el descenso de categoría en años anteriores sencillamente porque no existía una categoría inferior. Además, este gran fichaje serviría para humillar al eterno rival, el Sporting Fuenteclara.
El tema de las raíces manchegas del ecuatoriano, llamado Hugo Patricio, se solucionó prontamente al ser amenazado por parte de Serapio con una par de hostias si no interiorizaba debidamente que él era sobrino lejano de Fabián (aquel que tuvo que dejar el pueblo hace ya casi 5 años por exteriorizar más de la cuenta un amor discutible por cabras y ovejas).
El día del debut no cabía un alma en la Veredilla, no se recordaba una expectación igual en el pueblo desde que Isabelo y Priscilo llegaron a la final del campeonato provincial de tute “subastao”. Don Rufino miraba las gradas y las lomas de los fondos abarrotadas mientras calculaba que a veinte duros la entrada en grada y a cinco duros en la loma, no debía faltar mucho para oír el himno de la Champions en el pueblo.
La movilización fue tal, que algunas beatas que se acercaron a la iglesia para el rosario de la tarde encontraron un cartel en la puerta que rezaba:
“Se suspenden las misas de la tarde. También las confesiones. Aquel que no haya confesado hace tiempo y tema poder abandonar este valle de lágrimas en pecado mortal, sepa que más le vale esperar, que el boticario y el médico también estarán en el palco del campo de futbol”
El partido discurrió por límites insospechados, el técnico del equipo rival planteó un marcaje en zona con ayudas para parar a Hugo Patricio que no evitó que la estrella mediática se golpeara contra el banderín de corner en un ojo al perseguir el segundo balón que tocaba y debiera ser sustituido. Mala fortuna que se sumaba a la sufrida al tocar el primer balón, casi nada más empezar el partido y ante el jaleo de la grada, Hugo Patricio resbaló antes de controlar el balón y se dio de boca con un canto rodao que le hizo perder dos incisivos y un premolar (que la Veredilla sí es un campo de patatas y no de lo que se queja Mourinho).
Por intervención de Don Rufino, Don Matías el cura incluyó en la hoja parroquial (que hacía en la comarca las veces del Marca y el As) la siguiente crónica: “Nuestro flamante fichaje Patricio, acusó sobremanera el cambio lógico que se produce al pasar de jugar del futbol sudamericano, más técnico, al europeo, más físico. El club además, está estudiando la posibilidad de adquirir nuevo calzado deportivo de taco medio para una más rápida aclimatación de nuestra estrella, acostumbrada a jugar con taco de aluminio en los verdes pastos del cono sur”
Dos semanas después el pueblo olía a fiesta grande. Por un lado las fiestas del Cristo, llenando de gozo a población autóctona y forasteros en igual medida y por otra el segundo partido de la estrella local. El lleno volvió a ser apoteósico y en los prolegómenos del partido se sucedieron los actos emotivos, primero se celebró el certamen de Miss Fiestas del Cristo, ganado en buena lid por Dominguita, la hija de la Dominga. Después se guardó un respetuoso minuto de silencio por el alma de Cándido, el barbero, que no había tenido mejor ocurrencia que la de sufrir un cólico miserere mientras se jugaba el primer partido, a pesar de lo que se había avisado.
Sabemos que en futbol el resultado muchas veces es lo de menos pero nunca en un derby de las fuentes (es decir Deportivo contra Sporting) la diferencia había sido de más de dos dígitos, y en este caso fue así (0-11 para los visitantes). La actuación de Hugo Patricio se puede resumir en irrelevante si exceptuamos el balón que después de golpear su espalda casi genera un autogol por estar guiñando un ojo a una Dominguita recién coronada y el ataque de vómito que le asaltó al intentar subir al área rival a rematar un corner, probablemente originado por los cuatro platos de caldereta de cordero que se había metido entre pecho y espalda media hora antes del partido (que el pueblo no está en fiestas todos los días, oigan).
Tal era la familiaridad que el pueblo había adquirido con Hugo Patricio y tal el juego desplegado por él, que se empezaron a oír voces discordantes en la grada, acordándose de su señor tío (Fabián) y apocopando el nombre de la estrella para dejarlo en HP, lo que dio lugar a juegos de palabras malintencionados y dañinos para su persona.
La editorial de la hoja parroquial no dejaba dudas: “HP se está sometiendo a un plan específico para obtener el estado de forma que su juego requiere. En cualquier caso, se agradece al personal evite darle de comer al menos tres horas antes de los partidos, que este chico tiene mucha ansia. En otro orden de cosas, la colecta de hoy irá destinada a pagar a los funcionarios de la diputación que se tuvieron que personar en la Veredilla para el desatranco de los sanitarios que provocó la indisposición de nuestra estrella”
En este momento de nuestra historia saltaremos hacia delante en el tiempo, allí veremos como Don Rufino se prepara para salir al palco del estadio en el último partido de liga. Desde allí reflexiona sobre el nuevo Mercedes clase C que se había comprado explotando los beneficios de la venta de entradas, merchandising y derechos de televisión de los primeros partidos, sobre la ilusión que hacía ver las lomas llenas de gente en contraposición a las cuatro personas que ahora poblaban las gradas (Don Matías como reportero, Dominguita en su papel de concubina de HP, el tonto del pueblo y él mismo), sobre el acto de hermanamiento realizado entra Fuenteturbia y el pueblo ecuatoriano de Culcay al que asistió un subsecretario del ministerio de Asuntos Exteriores, y siente pena.
HP salió al campo también apenado, hacía ya tres partidos que la camiseta no era capaz de tapar la barriga que había echado, ya casi nadie fiaba a Dominguita cuando iba a comprar al comercio de la calle Real y prácticamente todo el pueblo le había retirado el saludo. En este, su último partido, HP destapó el tarro de las esencias a pesar de los gritos de HP que le dedicaba el tonto del pueblo y, ya en el tiempo de descuento, remato de ombligo un centro medido de Valeriano (el lateral derecho) que besó las mallas. Aquel gol suponía el empate del partido y el único punto que el Deportivo sumaría en esa temporada.
Como solían todos los años en la última jornada, Don Rufino y Serapio bajaron al vestuario para felicitar por la temporada a sus hombres e invitarlos a un botellín de cerveza Calatrava. Sólo desentonaba la actitud de HP que solicitó de buenas formas la cesión a otro equipo o la entrega inmediata de su carta de libertad a lo que Don Rufino respondió:
-   Ahora mismo chato, vete con Serapio al antepalco y allí te va a hablar sobre la clausula de derechos de formación.
Quede como epitafio de la historia de este gran fichaje la crónica que Don Matías incluyó en la hoja parroquial del siguiente domingo: “Una vez terminada la temporada y para poder equilibrar el presupuesto del equipo, al muy HP de HP se le ha entregado la carta de libertad a la salida del pueblo. Además, y como muestra de nuestra hospitalidad, de la que tanto ha abusado en esta temporada, Serapio le ha obsequiado dos hostias (sin consagrar). En otro orden de cosas, la colecta de esta semana irá destinada para adquirir todo lo necesario para que el hijo ilegítimo que va a tener Dominguita no sufra privaciones cuando venga al mundo, que bastante tendrá la criatura si se pareciera al muy HP de su padre”

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